LINNET
Buenas noches nocturnas… Esta mañana encontré un curioso libro. Se trata de “Dedicatoria”, un volumen que se publicó tras la aventura, peligrosa aventura, la más peligrosa de la vida de su protagonista, bajo tierra. El autor, el espeleólogo Mark Dikchey, un especialista, enfermó el 2 de septiembre de 2022, por una hemorragia estomacal, mientras participaba en una expedición para cartografiar la cueva de Morca, en las montañas Taurus, en el sur de Turquía. Algo que ocurrió dentro de una sima a más de un kilómetro cerca del centro de la Tierra. Nueve días después de indisponerse, Dikchey fue rescatado por un equipo internacional de salvamento. Conforme fue recuperándose, tiempo después, se puso a redactar las páginas de esta obra en la que recuerda a un sin fin de personas con las que dijo estar en deuda, dedicándoles todo lo bueno que pudo haber hecho alguna vez. Sin el aval de toda esta gente, dice en el prólogo, nada de eso hubiera sido posible… A mí me ha gustado mucho lo que expresó recordando a su gato: Linnet, un espléndido ejemplar de Americano de pelo duro. Se nota la ascendencia de este felino, lo importante que ha sido para su dueño y, para probarlo, nada mejor que reproducir aquí esas palabras… “A Linnet, desde luego. Algunos pensarán que te traje a casa para que mantuvieras a raya a las ratas y los ratones. Este es territorio agrícola- reside en el condado Hutchinson (Texas)- y ya se sabe: donde hay grano, los roedores no piden la vez. Tú, te atreves con los ratones, con las aves, con los reptiles... Las ratas, son otra cosa, Linnet. Con esto no quiero decir que seas un mal gato. Claro que no. Te comportas como la mayoría. Sí. Hay muchos videos en las redes sociales dispuestos para ilustrar la vida secreta de los gatos, así que nada queda a salvo. De vuestro comportamiento se conoce lo posible y lo imposible. Pero, ¿sabes lo que te digo? Me da igual. Me da igual. Francamente, no eres un gato tonto. Y que estés en casa es de lo mejorcito que se puede hacer por la naturaleza. No porque seáis un peligro. El peligro somos nosotros, por teneros a los gatos encerrados en viviendas urbanas hasta que, abandonáis el confinamiento, y encontráis a otros como vosotros. Y hacéis comunidad. Sí. Bajo los coches. Sobre las cornisas. En fin: os buscáis la vida. Lo comprendo, sí, lo comprendo. No tenéis competencia y las poblaciones de callejeros aumentan produciéndose un desequilibrio del que están hablando mucho los naturalistas. Pues no me importa. Tú me recibes con afecto cuando quieres y, cuando no, me desprecias sin dar otras explicaciones. Eres franco, mullido, cálido y nunca me permites estar solo en casa. No. No siempre te dejas ver, pero te presiento. Así que pones en mi vida cierto listón que he de sobrepasar y sirve para acordarme de lo limitado de mis capacidades. Soy, pero no tanto como creo que soy. Gracias. También a ti te dedico mis logros. Incluso los que conseguí antes de que llegaras a mi vida. Por otra parte, los vecinos me consienten más porque no eres tan ruidoso como un perro. Salud Linnet”... Ciertamente, es un texto apreciable. Cuando uno está en peligro de muerte, cuando es consciente de que puede ser esa la última, se acuerda de personas, de animales, de espacios, de acontecimientos y quiere ponerlos en orden. Es un zafarrancho de limpieza. O eso me parece. No sé si me llamarán esas urgencias el día en el que vea que se aproxima mi final. Si es así y escribo un libro, no encontrarán espacio para las mascotas. Por otra parte, no he hecho nada que motive la publicación de una novela o unas memorias o unos diarios. Pueden estar tranquilos. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT.
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