ENCARNARSE, HOLLAR, TAL VEZ ADMITIR QUE HA LLEGADO LA HORA
Buenas noches nocturnas… En el Museo Nacional del Palacio de Taipei, la capital de la República de China, en la isla de Taiwán, o Formosa, como también se llama, hay una pieza artística que, a juzgar por algunas opiniones aparecidas en la prensa, “tiene el honor de ser uno de los Tres Tesoros que atrae cientos de visitantes cada año”. Mediante la obra se reproduce una porción perteneciente al plato tradicional chino, originario de Hangzhou, llamado “cerdo Dongpo”. Es atribuido este manjar al polímata- una persona con grandes conocimientos en diversas materias científicas o humanísticas- Su Dongpo. Este hombre sabio, tras ser desterrado, debió entender que la vida continuaba a pesar de todo y, por eso, como había recibido un excedente de panceta, la cocinó lentamente con vino Shaoxing y salsa de soja: seguramente esperaba resarcirse de la mala experiencia, en parte, gracias a una satisfacción gastronómica. A este respecto, existen leyendas sobre su creación, incluyendo una, donde, Su, se distrajo mientras cocinaba y, a consecuencia de este descuido, obtuvo un plato de carne muy tierna. Como fuere, casi mil años después, continúa vigente: se utiliza panceta en cubos de cinco centímetros con capas alternas de carne y grasa. La cocción lenta es clave para su textura y aroma distintivos. Durante la dinastía Qing (1644-1912), el cerdo Dongpo ganó reconocimiento internacional. En este periodo, un artesano creó una escultura en jaspe que representaba el plato, imitando con gran detalle su apariencia y texturas, convirtiéndose en un tesoro representativo de la cultura china. En definitiva, parecen propósitos para perdurar. Las costumbres, el arte, consecuciones humanas que se exponen en la comunidad, que trascienden con el ánimo de ser universales y se prolongan en el tiempo, como quisiéramos establecernos nosotros mismos en la existencia: sin límites, sin caducidad. Bien es cierto que, una cosa es lo que deseamos y otra, residente, de momento, en la realidad, lo que podemos contar como hechos indiscutibles. Nos sabemos finitos, desde luego, lo que no estorba para intentar que la parca nos visite lo más tarde posible. Y, una buena manera para que eso suceda, es detectar cuando moriremos. Aunque sea de una manera aproximada. A esos efectos, un gurú de la productividad comercializa ahora lo que ha informado que es una calculadora para estimar la fecha del fallecimiento de cada uno, conforme a 17 variables de estilo de vida. La pieza se llama Death Clock y tiene el propósito de servir como una orientación o remembranza del corto recorrido que nos corresponde en la historia, a la vez que proporciona la posibilidad de reflexionar y tener en cuenta los cambios que sean necesarios a fin de vivir mejor, tal vez, de vivir más. Al parecer, quien ha diseñado esta aplicación- Forte se llama- utilizó herramientas de inteligencia artificial para desarrollar rápidamente el artefacto dicho, a pesar de desconocerlo todo en materia de programación. Dice el caballero, que no busca ser morbosa- la máquina- sino fomentar la conciencia y motivar decisiones más significativas. Ante esto, caben diversas posturas. Por ejemplo, escapar. Dirigirse a la carretera con el ánimo de sentir la adrenalina que proporciona la velocidad y acudir a no importa que paradero, sin reparar en lo lejos que pueda estar localizado ese destino. Escapar, en moto. Pongamos, ya que estamos por suponer, en una Harley-Davidson… ¿una buena decisión? Depende. El fabricante de estas icónicas máquinas ha debido pensar que promocionar una nueva división de sus productos, con la idea de aunar espíritu- alma- y propulsión eléctrica, sería una idea de progreso y, por lo tanto, de renovado éxito económico. Sin embargo, no ha sido así. Los usuarios no se comprometen con la falta de ruido. Los modelos que presentan, más cercanos a la concepción moderna de energías limpias, son decepcionantes en sus prestaciones y muy, muy caras. Más, si cabe, que las de siempre, avaladas por el mito, y por la fuerza atronadora de su marcha. Así pues, deben decirse los aficionados, si ha de concluir la vida, más pronto que tarde, aunque ojalá se prolongue todo lo posible, habremos de dejar huella y perecer verdaderamente a gusto. Cosas de la humanidad. De una parte de la humanidad. Me destoso.
https://www.xataka.com/magnet/museo-palacio-taiwan-guarda-curioso-tesoro-carta-amor-china-a-panceta
La imagen se obtuvo gracias a los servicios que proporciona Microsoft Designer.
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