A PASEO
Buenas noches nocturnas... Por un lado, una reconocida influencer de la salud... bueno, reconocida, dicho de una manera figurada, porque ha adquirido cierta fama... sostiene que, no basta con ir de paseo para hacer determinado ejercicio. Lo dice así y, seguramente, lleva razón. Es decir, no tengo argumentos científicos que oponer y, esta señora es boticaria. Sabrá más que yo, siempre. Pero, me chafa. Me chafa porque pensé que hacía lo necesario, que era bastante. Mis dos horas de paseo, sin paradas contemplativas, eso sí, suponen la parte más dinámica de las actividades que realizo a diario, así pues, con esto, me desgobierno. ¿Qué hacer? ¿Ponerme a trotar? ¿Evolucionar como lo hacen los marchadores- no digo ya los profesionales- jornada tras jornada hollando igual la tierra de los paseos de la ladera del río como las aceras y las avenidas asfálticas? Eso debería. Debería acudir a establecimientos textiles para adquirir ropa y equipamiento deportivo, claro. No se pueden hacer estas cosas así como así. No de cualquier modo. Por lo tanto, una pasta. Pero, una pista: aludo a esta variante de la vida, solo como recreo. Es decir, salvo que me lo exijan mis médicos, puedo prometer y prometo que no lo haré. Y, si mis médicos a punta de florete me demandaran acción, dialogaría con ellos, devolviendo acero por acero, para ver si existen otras alternativas menos humillantes. Yo ya no corro. Lo hice, pero ya no. No está en mis planes. Me parece muy bien que quienes encuentran utilidad en ello o alegría desmesurada practiquen todo lo que quieran, pero, hasta ahí. Servidor, animando desde las gradas. Y, luego, de paseo. Por otra parte, estas veleidades deportivas podrían acabar en un gimnasio y tampoco estoy en edad. Además, si me he enterado bien, desde hace poco se habla de una nueva moda, naturalmente, de origen anglosajón, que tiene como escenario los templos a los que aludo, en los que se rinde culto a los dioses olímpicos y su anatomía grecorromana. ¿Qué es? La voluntad de personarse en estos locales para encontrar pareja. Lo llaman «fating». Fating: tiene que ver con "la combinación de las palabras fitness y dating y, como su propio significado revela, deja a un lado las citas tradicionales y prioriza aquellas que tengan que ver con el deporte”. En esto, el comunicante está servido- como dicen en los juegos de cartas cada vez que es innecesario desprenderse de un naipe para conseguir una mano mejor- y contento. Ahora bien, nuevo, esto no lo es. Las personas acuden a distintos lugares, entre otras cosas, siempre con ánimo yacente, siquiera a posteriori. Al menos los varones. Y las damas, con probabilidad, en la medida que sea, también. Da igual a dónde. Todos los escenarios son el escenario. Incluso la ausencia de escenario lo es. Sí. Sabiendo tal cosa, no cabe, sino atribuirlo a otra andanada comercial originada, por ejemplo, con el objeto de redoblar la afluencia a estas casas en las que se repara mucho al final del verano, cuando comienza un año nuevo y al principio de la primavera. Ya saben. Momentos de hacer propósitos y atenerse a un orden, aunque enseguida se desista, y ocasiones de restauración de cara al despojamiento de ropajes que acontece cuando las temperaturas son extremas. ¿Estamos de acuerdo? Si lo estamos, ustedes no van a presentarse, como yo, a ver que se cuece por esas angosturas. Caminar tranquilo es mi ideal y, cuando pase cerca de la nueva meca del ligoteo, saludar y despedirme. Me destoso.
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