DECIR NO, TRAS HABER EXPLICADO POR QUÉ
Buenas noches nocturnas… Una de las tentaciones que tenemos las personas, a menudo manifestada, es la de rechazar algo a lo que se accede, por cuanto nos es opuesto. Consideramos aquello como una equivocación y, a fin de rentabilizar nuestro tiempo, lo damos de lado. Es coherente, siempre que lo descartable nos llegue por invasión o debamos optimizar los espacios que estemos regentando, obligatoriamente. Porque urja. Sin embargo, de esas cosas que se nos antojan peregrinas, se puede aprender y, por lo tanto, cabe decir que tienen un valor. Por ejemplo. Atendí una grabación en la que se escuchaba el diálogo de dos personas afines. Mal. No por ese rasgo, sino porque se nota demasiado. La sintonía es estimable en algunas ocasiones, pero en otras es poco útil. Por otra parte, me había interesado por lo que se pudiera decir, a causa de una predominante: la especialización en asuntos relacionados con el tratamiento de esos aspectos de la vida relegados a la incertidumbre y al miedo, como la muerte y sus “zonas de influencia”. Esto lo entrecomillo porque la muerte no tiene influencia. Influimos, sin duda, los seres vivos. Digo que nadie ha demostrado que la muerte o los muertos, por sí mismos, hayan intervenido en las actividades o los pensamientos de los todavía campantes por este mundo. Entonces, en las previsiones, había posibilidades literarias, leyendas… y lo hubo. Hubo de tales ofertas comunicativas. Mas, enseguida comprendí que la persona entrevistada asumía una serie de considerandos finalizados con este mismo refrendo: “Y esto nadie me lo puede negar”. Intentaba llevar al ámbito de lo expresivo, procurar explicaciones, para lo que no lo tiene. No porque sean inexistentes, sino porque, de momento, son efectos que carecen de apoyo científico. Son, claro, pero han de concluirse con la salvedad de tenerlos como parte de ese acontecer del que se desconoce todo. Quiero decir que, ese “nadie me lo puede negar” es tramposo y falso. Es una de las formas de, “yo lo siento así, y como yo lo siento así, es respetable”. Pues no. La fe en uno mismo no basta. Es necesario el refrendo. Que se muestren acreditaciones documentales, que se verifique lo logrado mediante experimentos, y, en consecuencia, pueda enunciarse lógicamente. Además, la persona a la que aludo, tiene una forma de ser, al hablar, caracterizada por la prisa con la que se conduce. Esto me produce desasosiego. Probablemente porque soy viejo. Porque vengo siendo viejo desde hace tiempo. Temo, ante seres humanos como este al que menciono, que se vayan a romper, que se rompan, y no deseo hacerme cargo de esa fragilidad. Y temo que me exijan la misma velocidad, cosa a la que no estoy dispuesto por la estima en que me tengo: los riesgos en ciertas ocasiones son imposibles porque para hacer hay que poder hacer. En ese caso, si se hace, no es valentía sino suicidio. De modo que, la dificultad, entre contenidos y disponibilidad comunicativa, fue considerable para mí. Sea como fuere, estoy satisfecho. Es magnífico, creo, comprender aquello que se rechaza y demostrar que es así porque uno tiene argumentos en contra y sabe exponerlos. Decir no, porque no, es otra tontería. Me destoso.
https://www.youtube.com/watch?v=MDpovEH1_6U&list=PLF4X2D7J116tPqJNSiFxO2zQn8dRp1AJy&index=59
Comments
Post a Comment