DÍA DE PLAYA


Buenas noches nocturnas… No era así como lo había imaginado. Ni siquiera concordaba con los detalles puestos a su disposición por quienes la precedieron en ese territorio, desde luego, por fin visto. Porque, a pesar de su edad, nunca antes anduvo por las cercanías de los suelos arenosos, dorados, a veces candentes, sin asomo de vegetación, de los que le hablaron mucho. Conforme al modelo que tenía en mente, de acuerdo a las fotografías que contempló sola o en compañía, nada de nada. Asfalto y edificaciones. Solo eso. Como en cualquier otro enclave distante de lo rural. Venía de las montañas, y, como los guajes de la canción de Víctor Manuel, nunca tuvo oportunidad de orinarse cerca de las olas. ¡Qué alboroto! Le indicaron que se adentrara en esa misma dirección y, en efecto, aquello era un remanso grande de agua. Pero, ¿una playa? No. O sí. Qué sabía él. ¿Acaso concurría a esos lugares como el jardinero a su jardín y, como observa el crecimiento de las flores, las nombra y las disfruta? Todo lo concerniente a una playa lo supo de oídas. Así que, si un industrial fabrica todas las piezas con las que, juntas, se obtiene un automóvil, pero, en vez de ensamblar el producto, lo expone, más o menos ordenadamente, sobre una superficie a la vista, y dice que eso es un coche, porque es industrial, ¿hay que creer lo que dice? Eso se dijo. Y, prosiguió… en el caso de aceptar el envite como algo que merece designarse de alguna manera, no estará mal que vengan los oficios para administrar el agua bendita y se dé voz a lo hasta ese momento parte del todo sin asiento. No estará mal. Pero decir que es un coche… A ver. Miraba, después, o mientras tanto, con estas cosas nunca se sabe, miraba el agua, el charco grande y decidió que podía crecer. Estaba lloviendo y es así como los charcos pueden convertirse en grandes lagos y- ya entusiasmado lo pensó- concluir su crecimiento constituyéndose en mar, en océano. Esta era su lógica. Pero, entonces, habría de esperar. Tal vez retirarse, regresar a la montaña y venir otro día. Dentro de un mes o de un año, para esperar que las tormentas alimentaran a la criatura y ya sí, del todo adulta, con su arena, su sol en lo alto, y con todas esas amistades a las que llaman bañistas, aparecer en comunidad como una auténtica playa. Podrían habérselo explicado. No hubiera hecho el viaje en balde. Con todos los datos se vive mejor. Ahora, cuando conversara con los de allí, pasaría por tonta, por desconocer que, por ese camino, se iba a la guardería. Que la mesa de los mayores, está más apartada. Pero, en fin. Se ignora y se sabe que uno no sabe y, si quiere, puede aprender lo que sea. Por eso, todavía llena de perplejidad y de fastidio, pensó que acababa de recibir una nueva lección de la vida. En ese sentido, bien está. En su momento se interesaría por los progresos del charco dicho y, cuando estuviera del todo crecidito, volvería por esos pagos para decirle que lo conoce desde muy pequeño, antes de que engordara y se expandiera para ser un lago de provecho y luego la mar de marítimo. ¡Qué cosas! Me destoso.



La imagen aparece en: 


https://efe.com/foto-del-dia/2024-06-11/tiempo-lluvias-tormentas-comunidades/




Selección gráfica del día...

JL MARTÍN en La Vanguardia 20 de junio de 2024




Ian Mora en Instagram 19 de junio de 2024




Malika Favre en Instagram 09 de junio de 2024



Selección de contenidos...

Primera:

Profesionales que esmerilan pezuñas, y gustan.

Emmett Lindner en The New York Times en Español





Segunda:

La mosca negra, regresa.

L. Lozano en Heraldo




Tercera:

Huevos tontos...

Carmen Tía Alia





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