CARTELERÍA Y CARICATURA
Buenas noches nocturnas… Estoy experimentando algo que tendrá nombre. Algo a mi alcance si lo describo, tan solo, en el caso de querer comunicarlo. Por ejemplo. Un cartel: “El que esté libre de pecado, que vaya a pecar. Todavía hay tiempo”. Sin embargo, leí: El que esté libre de pescado, vaya a pescar. Ahí me detuve. Leí de nuevo, y me di cuenta del error. Pero, ¿y si fuera una hernia? La incursión de una parte existente en mi interior, como mundo alternativo, en los dominios de mi realidad. Porque hayan podido romperse los tejidos que contienen y separan. O, por otra parte, podría ser una tangente. Una brecha. No sé. Veo un viejo cartel de Anís del Mono, y lo advierto tal cual, pues la iconografía es poderosa y resiste. En el caso anterior, si de pescar se tratara, en consonancia con el mensaje original, debería tratarse de una pesca realizada en lugares prohibidos. Tal vez para obtener piezas que no se deben cobrar o, metafóricamente, si pecar es obtener un salvoconducto emitido por uno mismo con objeto de desdeñar la ética, cayendo en diversas inmoralidades, pescar no puede ser sino ese supuesto de extracción que confisca valores ajenos. Algo en mí va más allá del concepto y me invita a la aventura temeraria. Sucede, no obstante, lo ya expuesto. Tengo más trances. Leo en otra cartelería: “No eres lo que logras; eres lo que superas”. Y, en cambio, leí: No eres lo que logras; eres lo que supuras. Hubo, por tanto, infección. Hubo, por tanto, dolor. O sea, que lo hay. Que lo suele haber. Que si llegas a un sitio, te ha costado y lo sabes, porque has segregado humores tóxicos producto de una batalla entre tus defensas y los agentes patógenos dispuestos a llevarte a la perdición, material que has de curar y no lo consigues sin tiempo para el reposo. Parece lo mismo, pero no lo es. En la frase original, hay algo épico, triunfante, cuando menos, redentor. En la colección de palabras de mi lectura, urge un buen servicio de emergencias, urgen sanitarios y ese es otro problema… Con todo, ¿y si confesara otra de mis peregrinas percepciones? Sí, pura retórica porque lo voy a hacer. Lo voy a hacer, pues tiene menos sentido todavía. Dice: “Que tus sueños sean más grandes que tus miedos”. Y leí: Que tus sueños sean más grandes que tus medias. Esto es. Mis medias. Si nunca he utilizado medias. Todo lo más, mallas. Mallas durante alguna representación teatral. Mallas. Medias. Los sueños más grandes que esa prenda habitualmente propia de señoras, cosa que, me temo, ya no pueda decirse de acuerdo a los códigos modernos. Pero, medias. Las medias desplegadas son largas. En cuanto a volumen, poca cosa. De modo que Un sueño, entendido como proyección de apetencias que se espera alcanzar algún día, siempre y cuando lo percibido mediante la ensoñación no diste de proposiciones ciertamente realizables, un sueño debe ser más grande, incluso que un par de medias. Sea como fuere, las medias utilizadas por los facinerosos a fin de entorpecer la verificación de sus identidades, al menos en tiempos pasados, invitan a la confusión, como lo hace la niebla o el humo. Así pues, debe haber ahí una sugerencia que invite a la precaución porque los sueños hiperluminosos pueden llevar a los soñadores al tropiezo mayúsculo. ¡Qué cosas! Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT
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