TADEJ GANA
Buenas noches nocturnas... Aquellos que desde el arte, la ciencia, la política o el periodismo, intentan saber cómo seremos dentro de cien años, qué cosas nos preocuparán, cuáles serán nuestros gustos, nuestras preferencias, nuestras necesidades, no sé si escrutan las manifestaciones actuales de la vida para anticiparse a distintos problemas que pudieran acontecer. Seguramente, las razones- obsérvese el plural- son varias. No obstante, al acceder a alguna información, al margen de las creaciones artísticas que procedan, percibí casi siempre lo mismo: quienes se ocupan de estas labores, los oficiantes y los invitados, se expresan como si lo que pueda venir- pongamos en un plazo de 100 años, por ejemplo- esté al alcance de sus propias existencias. ¿Se trata de ser profetas? ¿Visionarios? ¿Dirán los libros, los documentos, sea cuales sean los soportes en los que se dejen registrados los detalles importantes, quién acertó, quién o quiénes ataron cabos con maestría aproximándose al desarrollo exacto de los hechos? Veamos. Parece ser que en Navarra, en Pamplona, preocupa el futuro de los encierros. Las estadísticas muestran un incremento de la seguridad general, un descenso importante de los percances severos ocurridos durante las carreras delante o detrás de toros y cabestros. Y, esto, paradójicamente, no es bueno. No lo es porque hay personas insatisfechas con la posibilidad de atender a esta convocatoria popular si no existe un riesgo evidente: un porcentaje alto de graves contingencias. Si no hay cornadas, casi que da lo mismo. Lo han contado en El Confidencial. Una narración de Borja F. Sebastián... Entonces, ¿es esta la razón por la que se procuran un puesto tras las barreras del recorrido, o permanecen a la vista en las ventanas y balcones, o esperan en la plaza, o siguen las evoluciones por televisión? ¿Es la oportunidad de ver derramada la sangre lo que atrae? No es sencillo de comprender. Si estas son las motivaciones, esperaría argumentos sólidos como la pura roca. Habríamos de hablar, por tanto- supongo que somos varios, al menos usted y yo- de la tauromaquia y el resto de manifestaciones festivas en las que los toros son protagonistas ineludibles. Pasa, he de confesarlo, que de toros no sé nada. Salvo que se los lidia en una plaza- cierta parte de las palabras vinculadas con el mundo taurino forman parte de mi vocabulario- se los persigue, se los ata, se les pasea con fuego en los cuernos y, qué sé yo cuántas cosas más. Habríamos de citar las objeciones que suelen esgrimir los antitaurinos y oponer a estas el ideario de los buenos aficionados. Luego, al menos para servidor, vendría el ruido y las controversias. Digo como espectador, puesto que mi intervención estaría ausente de luz. Muy complicado todo. La realidad que se puede conformar con los datos, apuntan a una inclinación insana, desde mi punto de vista. Es decir, en una carrera de Fórmula 1 prima la seguridad. Los automovilistas circulan a velocidades fatales en caso de accidente. Sin embargo, no concibo el gusto macabro del que vengo llamando la atención en ningún seguidor de este deporte. No digo lo mismo del boxeo, que, en este particular, podría parecerse a las lides clásicas que se viven en las calles pamplonicas. Pero, bien. El futuro dirá. Los que me sobrevivan... sí, los que nos sobrevivan, serán testigos de la evolución de este mundo y de la de otros. Yo no me atrevo a vaticinar. Tadej Pogačar, eso sí, ha ganado el Tour. Me destoso.
https://www.elconfidencial.com/espana/2024-07-20/san-fermin-encierro-aburrido-audiencia-rtve_3927285/
https://www.letour.fr/es/
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