BERGAN
Buenas noches nocturnas... Bergan Arnault, probablemente el hombre más rico del mundo, francés, director general de la firma de artículos de lujo TVWH, tuvo una fortuna cercana a los 251.000 millones de dólares. Al menos los tenía. Los tenía justo cuando tomó la decisión con la que se da inicio a esta historia. Bergan estaba leyendo una recopilación de chistes antiquísimos. Era amigo de inflar este tipo de miniaturas dando lugar a otros artefactos que se aprendía de memoria y, más tarde, colocaba en alguna reunión familiar o de negocios. Entre este material, seleccionó uno que decía: «Era un hombre tan avaro que, a la hora de escribir su testamento, se nombró heredero a sí mismo». ¡Qué ocurrencia! Sin embargo, tener dinero, mucho dinero, supone haber adquirido una fortuna y mantenerla a salvo de dragones y pirañas. Esto es lo que se dice. Bien lo sabe. Durante toda su vida libró batallas de las que dejan apreciables huellas y conoce, todavía recuerda, las historias de los que sucumbieron a las exigencias de su deseo, narraciones de las que no se siente orgulloso. No se juzga, no se condena por ello. Al fin: hizo lo que tenía que hacer. Pero era ya mayor, un anciano a todos los efectos. Esta es la definición adecuada. Un hombre que se aproximaba a su fin y veía, como el avaro del chiste, que ese capital formidable, sostenido tras tantos años de exprimirse, iría a parar a manos de otros, no necesariamente preparados. Nadie entre los de la familia, nadie entre sus pares en el mundo de los negocios. Nadie. Solo él podría emularse... Entonces, decidió que no era una idea tan ridícula. Nombrarse, heredero único. ¿Era posible? Legalmente, podría, tal vez, tutelar lo ganado. Mas, no era eso lo que quería. Deseaba administrarlo realmente. Sin intermediarios. Como hasta ahora. Para eso debía evitar la muerte. Dar de lado a la parca. Algo imposible en aquellos momentos. La ciencia estaba lejos de conseguirlo. Existían, eso sí, algunas alternativas. Podría ingresar en una sociedad secreta para la que recibió varias invitaciones. En esta organización disponían de los más avanzados servicios de criogenización. Y, por otra parte, estaban investigando en la trasferencia de conciencia, tanto a sistemas cibernéticos como al cuerpo de sujetos humanos más jóvenes... ¡Renacer! ¡Qué idea! Volver a la vida con sus conocimientos y con los recursos para multiplicar indefinidamente lo que amasó durante la época que empezaba a considerar su primera temporada... Examinó los documentos anexos a la presentación cuando se establecieron los contactos iniciales y, en ellos, el desánimo afloró inexorablemente. Para ser aceptado, debía demostrar lealtad, aportando una considerable suma de dinero. Además, la preparación de todos los trámites iba a resultar de una complejidad exasperante. Redactar un testamento acorde nombrándose heredero, procurando que sus bienes permanecieran intactos y bajo el control de la sociedad secreta hasta la finalización del proceso... ¡El control en manos de la sociedad! ¿Y quién iba a garantizar que las cosas fueran a suceder de acuerdo al pacto de ingreso? ¿Cómo podría estar seguro? En todo caso, el gasto no se acababa en lo anterior. Más tarde sería necesaria una nueva identidad. Y si él deja de ser él, en cierto modo, aunque figurara dentro de esa carcasa renovada, ¿cómo justificarlo ante el mundo? Porque si el mundo no llega a ser consciente de su triunfo, todo está perdido. Un plan muy complicado. Demasiado esfuerzo para un rédito dudoso. Nunca actuó así. Nunca. Por eso, se puso al teléfono y dio las instrucciones pertinentes. Vendió todas sus pertenencias. Hizo que llevaran todo ese dinero a un edificio apartado, el único que conservó. Despidió generosamente a sus empleados con la consigna de que nadie debía saber que se escondía en ese lugar, hasta que se tuvieran noticias. Y, por último, prendió fuego a la casa y se quemó con todo su dinero. Si no iba a ser para él, tampoco para el mundo. Tal vez porque algunos miércoles de agosto son trágicos. Siempre y cuando el que urde las historias tiene fósforos y gasolina. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT
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