DELIRIO
Buenas noches nocturnas... El verano obliga. ELLA deambula por la casa y expresa repetitivamente su disgusto por el calor. Lo hace descoordinada, como un zombi a punto de agotar su gasolina. Lo cierto es que no me extraña. Julio fue generoso y dio alas a la suposición de un estío cocinado a fuego lento. Si nos esperanzamos, las consecuencias no pueden ser reproche: a los crédulos se les desarma como lo hacen los Reyes Magos, mostrando sus credenciales verdaderas. Al fin, el mes octavo tiene sus leyes, sus prerrogativas, y quema como lo hace la arena- bien lo saben los bañistas descalzos, esos monjes del ocio dedicados a acarrear cosas y a acarrearse- sin piedad. No es extraño comprobar, durante las primeras horas de la tarde, que toda la siesta es plomo. Una masa gris, aunque encarnada, que pierde líquidos por todas sus cañerías. El sudor se evapora y viene la bruma, el espejismo. Por ejemplo, alguien lee en un periódico: “Kamala Harris sale en tromba contra Talgo y elige a Tim Walzt, gobernador de Minnesota, por las averías de los nuevos trenes, y estudia presentar una demanda a la Vicepresidencia”. Si esto es cierto, nos hemos intoxicado. Sufrimos alguna alienación. A no ser que se trate de una afección pasajera, producto de la canícula. Probemos otra vez: “Rosalía atenúa las pérdidas de Prisa con un single y una colaboración en tono k-pop, récord de ingresos del negocio turístico”... Vaya. Rosalía ha regresado. Se fue con la moto y regresa a los negocios. Esto no está en orden. Alguien nos sabotea la vida. El futuro financiero está a punto de entonar el canto del cisne en un karaoke. Sin embargo, diríase que es epidemia. Más allá, otros aseguran: “Los médicos de la Seguridad Social derivarán a las activistas de Futuro Vegetal, pero tiñen de negro la mansión de Messi y seguirán dando de alta en Ibiza”. Definitivamente, hemos perdido la chaveta. Se nos ha caído el cráneo y rueda a toda velocidad, cuesta abajo, como lo hacen los ciclistas, a tumba abierta, antes de resbalarse y, efectivamente, solicitar los servicios de una funeraria. Alguien me dice que “Fermín, el dueño de España, consiente en acudir el viernes al estadio para apoderarse de las medallas doradas, tras haber dejado al once marroquí con faldas y a lo loco”. Por suerte, alguno de los habitantes de este fronterizo territorio continental, arrastra, tira de todos y nos devuelve la existencia: “No, no, no es eso. Dice: «La España de Fermín luchará por el oro el viernes tras remontar a Marruecos»". Ha finalizado el delirio. Ya podemos tomar sopas otra vez. ¡Una de fideos con coliflor, mesero! Vida sana ante todo. No vayamos a perecer a causa de alguna de las múltiples infecciones que trasmiten las especies invasoras con la agravante de tener el interior de la fábrica indecente. Relucientes por dentro como el acero inoxidable a base de zumo de papaya. ELLA acaba de mostrarse razonablemente preocupada por la ausencia de sudor que está experimentando. Se debe a la modalidad de calor. El otro, el que produce toda suerte de embalses en la piel, es, también, engorroso, pero, puestos a elegir, se prefiere el susto a la muerte. En fin. Hay que consumir. Hacer gasto. Acabar con las despensas de este que tiene treinta y uno, y al que le quedan veinticinco. Un poco más. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT
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