ENVIDIA
Buenas noches nocturnas... Acepto, de entrada, mis errores. Entre ellos, el de interpretar determinadas cosas cuando alguien expone pareceres acerca de los cuales no me es posible pedir aclaraciones. Por ejemplo, cuando leo una pieza escrita. Es el caso, o lo ha sido hoy, de la envidia. La envidia tenida como uno de los motores del mundo. Algo con lo que me es imposible estar en desacuerdo. Efectivamente, la envidia dinamiza. ¿Por qué caminos? Esta es la cosa. Hay quienes sostienen la existencia de una envidia sana, loable, eficaz. Pero, ¿qué es lo que nos dice el diccionario acerca de esta palabra? No, no vaya a buscar en línea. Ya se lo digo yo, que me he adelantado: «Tristeza o pesar del bien ajeno/ Emulación, deseo de algo que no se posee». ¿Son cosas distintas? Pueden serlo. Me parece, no obstante, que funciona mejor una combinación de estos dos considerandos: Pesar por el bien ajeno capaz de desatar el deseo por algo que no se posee. Envidioso, «quien tiene envidia», admite como sinónimos, según figura, precisamente, en la web de la RAE, «celoso, codicioso, avaricioso, ambicioso...»... En definitiva. Servirse de la envidia como propulsor no parece una buena idea. Eso, como mínimo. Sobre todo porque es distinto: adquirir conocimiento, dentro de lo cual cabe conseguirlo presenciando lo que hacen otros o examinando lo que tienen, y pretender determinadas posesiones solo porque los demás disponen de ellas. Para mí es trascendental. Materia para encontrar motivos de conversación, desde luego. Sin embargo, como ocurre frecuentemente a la hora de atender este ejercicio diario, esto conecta con otra cosa. Durante la escucha de un pódcast, atendí las alusiones correspondientes a la canción de Mark Knopfler, entonces líder de la banda Dire Straits, «Money for Nothing». El hablante, Gabriel León, al frente de la serie «La Ciencia Pop», hizo un resumen de la letra y pensé, también, en la envidia. Como saben, mediante ese texto, se ofrecen las opiniones de un trabajador que recibe su salario por trasladar maquinaria electrodoméstica y equipos de sonido, quien observa a los músicos, contrariado por lo ventajoso de sus vidas, si se compara con la dura labor que tipos como él realizan. Se burla de ellos, piensa que reciben dinero por nada y, aunque es algo al margen de la palabra acuñada para esta ocasión, da a entender, o puede inferirse, que, de buena gana, se cambiaría por ellos. La envidia, insisto. "En este muestrario, modelo quítate tú para ponerme yo, conozco lo que es, de verdad, el trabajo, y merezco más réditos que los alcanzados por aparecer sobre un escenario durante una hora y media"... Así que no. La envidia no me parece recomendable. Si llega el progreso, si tomamos decisiones que nos ponen en marcha para mejorar, que sea a causa de otras convicciones. Depender de los demás nunca es bueno y, aunque hay instantes o periodos en los que tal cosa es imposible de evitar, esperar aguijones como esos para mover el culo, solo puede suponer, a la larga, la posibilidad de contraer alguna infección. Eso he dicho. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT
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