SAN ANACOLUTO
Buenas noches nocturnas... Nuestro protagonista concluyó su vida cerca del santuario de san Francisco de Paula, situado en una garganta del torrente Isca, también punto de llegada de la Vía del Giovane, perteneciente al camino de San Francisco de Paula, destino de peregrinación desde Calabria y todo el sur de Italia. Sin embargo, aunque tampoco se le recuerda por ser originario del territorio a punto de mencionarse, con el tiempo, ha cobrado fama en Verbania: capital de la provincia del Verbano-Cusio-Ossola en la región de Piamonte. Por esta zona se venera a un religioso, de la orden mendicante de los Mínimos, santo oficioso, al que llaman San Anacoluto. Este Anacoluto es, entre otras cosas, el inventor de la sopa de letras. Al formar parte de una orden que hizo voto de pobreza, las posibilidades de alimentarse como lo hacemos cualquiera de nosotros, distaban mucho de ser satisfactorias. Por eso, un día, empezó a comerse las palabras. Lo hacía a hurtadillas, de a poco, queriendo que se notara lo menos posible. Y, como se dio cuenta de que lo entendían, a pesar de todo, la mayoría de las veces, por más que lo consideraran raro, lo llegó a tener como una costumbre. Como un hábito, que hace al monje, y le proporciona cierto confort. Desde luego, suavizaba los apetitos del padre Anacoluto. La receta, es verdad que se atribuye a tenderos parisienses, en fechas cercanas a 1877, pero, la gente no duda de la gastronomía, pionera, de su santo. No dudaron, tuvieron fe, confesión a la que defendían con vigor ante cualquiera que pretendiera desacreditar a un hombre de irreprochable conducta. Anacoluto, popularizó esta sopa, todavía sin sustancia, pero suficientemente nutritiva. Por lo tanto, no hay mejor embajador para convocar y revalorizar la mesa de los menesterosos. La mesa de los que son legión, podría decirse. Pero, Anacoluto, sin quererlo, apadrinó una figura retórica. Es a causa de su propio nombre que se llama “anacoluto” al “abandono de la construcción sintáctica iniciada para adoptar otra, con ruptura de la coherencia gramatical; esto es, iniciamos la frase de una determinada forma, pero, antes de concluirla, damos un giro que cambia la estructura de la oración". Por ejemplo, si decimos: «Yo lo que me gusta es viajar», desearíamos haber dicho, de forma correcta, «A mí lo que me gusta es viajar»... Quisiéramos, o no. Lo más probable es que todo fuera fruto de una acción automática. Cierta manera de hablar, sobre todo entre la gente menos instruida, o por parte de los que no son legos, a la hora de establecer ciertos juegos o conveniencias sociales. El caso es que alguien, de los versados en estos aspectos del lenguaje- porque esta partícula se denominaba antes de una manera más técnica- se acordó de San Anacoluto. Y, ya no hubo marcha atrás: anacoluto, por el viejo fraile. De momento se desconoce si la Iglesia está en trámites para elevar a los altares, oficialmente, al generador de tan aprovechables y señalados presentes. La humanidad está en deuda porque tenemos sopa ilustrada y un instrumento lingüístico que resulta del gusto de las personas más modestas. Era justo hablar de él y ha valido la pena ofrecer, ahora y aquí, algunos rasgos biográficos de este destacado personaje nacido en un territorio europeo tan apreciado. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT
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