CONTENIDO NULO
Buenas noches nocturnas… Tengo una mancha en el intelecto. Confieso que me he ensuciado al reparar en algo a lo que hice alusión calificándolo de intrascendente. Por lo visto, una miss o candidata a tal cosa, participa en un concurso de beldades y, sometida a unas preguntas cuya respuesta forma parte del bagaje mínimo atribuible a una persona medianamente informada, dice disparates o manifiesta cierta ignorancia. Existe la opinión de excusar a la persona porque ese tipo de acontecimientos sociales, puesto que lo que se valora son las condiciones físicas de la participante, no debieran incluir tales cuestionamientos. Sin embargo, otros opinan que, esta mujer, y otras que se presentan a tales certámenes, conocen las reglas y saben lo que ocurrirá. Por lo tanto, igual que se preparan para ofrecer de sí la mejor versión estética, convendría dotarse de los rudimentos necesarios para salvar, de este modo, la causa. Ahora, lo que sería preocupante, es escuchar a una doctora o a un ingeniero, o a una ingeniera y a un doctor, diciendo memeces durante el ejercicio de su profesión: fuera del horario laboral y en privado pueden extralimitarse a sabiendas de que, si se es, además, una persona notoria, todo se termina publicando. Esto sí debería formar parte de la conversación. No nos divertiría tanto como cuando proporcionamos a la dicha fémina, porque los medios de comunicación acuden prestos al negocio, sus minutos de gloria y, por lo tanto, de dinero. Recuerden que nada es gratis. Siempre, alguien paga y alguien cobra. Lo lamentable es que me esté ocupando de esto, según comprueban. ¿Por qué? No he de negar nada. Porque no tengo medio de elaborar un texto más acorde con los presupuestos de pensar en algo, antes, de proponer una historia o de exponer algunas reflexiones que conduzcan al territorio de lo útil, cosa siempre entre mis metas. La mañana se desarrolló, en contra de lo esperable, soportando el peso de la tortuga gigante a la que conocemos como administración. Ya saben: la burocracia. Esa máquina lenta y pesada y a menudo ilógica. Versión municipal, pero familia de todas cuantas otras existan. Una enfermedad social crónica. Una más. Luego, por sorpresa también, tuve la oportunidad de resolver provisionalmente un problema de salud y comprendí que no tengo dinero para abordar la solución idónea a mis problemas. Lo que a tantas personas ocurre, no nos pondremos trágicos. Y ahora he de admitir que prescindo del reposo, que bendigo las urgencias y, como los equipos de fútbol cuando eligen el desarrollo de una forma de juego consistente en dar un patadón y correr, para acercarse lo más posible al guardameta rival mediante un solo gesto, arrojo lo primero que tengo a mano, se convierte por los medios habituales en signos gráficos que se combinan hasta ser legibles, y aquí está: un pedazo de nada que empieza en la nada y va a ningún sitio. Van a perdonarme o no. Dejarán de leerme o no. Mas, esto es lo que hay hoy. No otra cosa. He cedido a las prisas. Soy consciente de ello, aunque eso no me salva, no me absuelve. De vez en cuando la agudeza desaparece como desaparecen los brotes de la maceta si no se riega, si no se cultiva. No hay contenido a pesar de que esta pieza lleva el nombre de tal cosa. En esto me diferencio, hoy, poco, de quienes actúan como profesionales del entretenimiento en redes sociales. Como siempre, sálvese quien pueda. En el canto, por lo que he sabido, hay voces nulas. En este apartado, en el de lo nulo, ha de contemplarse lo mío, para este martes. Así pues, me destoso.
La Imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT
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