ROCK AND ROLL
Buenas noches nocturnas... Hay una banda de rock. Suena áspera, bronca: no sabría referirme a una agrupación en concreto para facilitar una semejanza. Tal vez todo resida en mi imaginación. Porque digo que escucho y no encuentro otras referencias. Sí, abstractas, seguramente imprecisas, en el caso de aferrarnos a la música, con variantes ejemplares que tampoco puedo cuantificar. Mas, es lo que hay. Lo que me parece. Una banda de rock ejecutando una y otra vez la misma pieza. Como esos grupos. ¿Cómo los llaman? «One hit wonder». Traducido como “maravillas de un solo éxito: artistas que de repente alcanzan el estrellato masivo con una canción concreta, sonando en todas partes y a todas horas… pero que por algún motivo no consiguen repetir ese triunfo y acaban volviendo a un estatus más modesto tan rápidamente como habían ascendido a lo más alto”*. Sí, podría ser esto. Una banda de rock empecinada con su único tema, incansable y con mucho tiempo libre. ¿Dejan de sonar, como en el mundo cuántico dejan de percibirse las cosas si no se las observa, en el momento en el que los asistentes a la vida, en las cercanías del escenario desde donde se proponen, atiende a otros asuntos? No sabría decirlo. No ha sido el caso para mí. En otras mesas, estuvimos en el puesto de observación habitual, urgía la novedad a la vista en los terminales inalámbricos. Había un crío también. Evolucionando a sus anchas como es costumbre moderna sin importar- sin que les importara a los padres- el efecto invasor de este proceder. Y estuvo desayunando una modelo junto al fotógrafo que luego la retrataría, en la playa, en la desierta playa, quién sabe si para una publicación en papel o para las redes sociales. Lo cierto es que la mar estaba dando un concierto. Una de sus versiones menos apacibles desde cierto punto estético e indudable adversidad física. Las arenas removidas daban a las aguas un aspecto entre pardo y ceniciento, lo que confería a la aparición de la espuma la calidad del interior de un cubo de fregar cuando ya se ha terminado la faena. Mucho dinamismo, es cierto, espectacularidad, sí, pero abundante desorden, sudor y grasa. Un concierto duro. Plomizo. Para retornar a él varias veces hasta encontrarle el atractivo, siempre que se quiera averiguar cierta grandeza oculta. De ahí, pues, que la banda repitiera la canción. Persuadidos los integrantes de la misma y consecuentes con la idea de conseguir, mediante la insistencia, una posibilidad de discernimiento notable. Mascar, mascar y mascar. Al final se hace papilla, entra en el esófago y se digiere. Este es el caso. Luego, todo lo demás, al cambiar el emplazamiento del sitio contemplativo, resultó parte de la decadencia originada en el aumento de personas distribuidas por el espacio existente. Siempre que los aforos se aproximan a la saturación- y para mí eso sucede a partir del momento en el que hay otro ser humano fuera de mis cuentas- los ideales decrecen y comienzan las averías. He aquí el sábado por la mañana. De la tarde ustedes saben mucho más: yo estuve escribiendo. Me destoso.
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https://www.jotdown.es/2013/01/one-hit-wonders-cuando-el-exito-dura-solo-una-cancion-i/
https://www.youtube.com/watch?v=MlzTET_8SQg
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