SIN ENOJOS
Buenas noches nocturnas... Eran diez y uno tuvo que ser el último. Eran cien, y pasó lo mismo. Eran mil: sin cambios en el resultado. Si los diez primeros, y los cien segundos, y los mil terceros, son todos iguales, iguales son. Mas, si existen diferencias objetivas o interesadas... Cuando se dice que cuentan valores y se describen de una determinada manera, salvo en el caso de empate, alguien gana y alguien pierde. Perder, ser inferior, es una posibilidad. Guste o no guste. Se tienen por muy buenos, algunos restaurantes, algunas bandas de música, algún jardín, algunos especialistas en medicina... Hay premios, distinciones, concursos, campeonatos, listas. En fin: todo muy acorde con las sociedades del primer mundo. Salimos a la calle y nos encontramos con personas que nos dicen que somos muy guapos. No nos dicen comparados con quién. Pero, si entráramos en el juego de medirnos con nuestros semejantes, es sencillo: seguro que no solo no somos tan guapos- algunos tal vez- sino que podemos ocupar una buena posición entre los más feos. Esto ocurre. Durante una carrera de velocidad, pongamos los cien metros lisos, habrá un atleta que sobrepasará la línea de llegada antes que sus rivales y otro de ellos, habrá sido aventajado por todos los demás. Pierden ante el que triunfa, pero el menos diestro no dejará de serlo por haber formado parte de la tropa de los derrotados. Imagino que sus familiares, sus amigos y conocidos, los que residen en la localidad natal y en cualquier otra en la que esté empadronado, seguramente orgullosos en el caso de que este atleta sin corona hubiera logrado la medalla de más valor, el sitio más alto en el podio, imagino, que, al saber que llegó cuando el resto de los participantes ya estaban allí, sufrieron una comprensible decepción. No obstante, es la lógica lo que rige. Desde ahí se entiende todo. Las personas que acabo de mencionar saben que «su representante» alcanza lo que alcanza, puede lo que puede y han de aceptar las consecuencias de una exposición así. Por eso sorprendería que, a fin de sacar partido a las pretensiones mercantiles de unos comerciantes, al elaborarse uno de esos índices establecidos a propósito de mostrar las bondades de un territorio, como ocurre en otro tipo de competiciones, unos enclaves salgan mejor parados que otros y la noticia de los menos afortunados contraríe o mueva a la ira. Insisto: estas cosas pasan. Es verdad que ahora se lleva mucho lo que llamo la potencia inversa. Se considera al desventurado como si fuera un ser de luz y de poder. Una estrella. De hecho, la gente, los forofos, se curan en salud: «Aunque no se haya disputado nada todavía, para nosotros, es un ganador». No nos haremos daño, claro. Que está muy bien eso de acompañar a los que sufren la desdicha de haber hecho todo lo que pudieron, infructuosamente. Pero, mejor con la voluntad del notario, que certifica que la realidad es la que se percibió, no un resultado de fantasía, sin duda festivo, más para los oficiantes que para el protagonista del asunto... Por la calle, al caminar, casi siempre me adelantan. Yo dejo tras de mí a muy pocos, a casi ninguno. En la clasificación general solo me juego el prurito de hacer y estar. Por eso no he de enojarme. Me destoso.
https://www.informacion.es/alacanti/2024/09/02/pueblo-feo-ranking-revista-viajar-107663210.html
Tsan Ming Kuo en la cuenta de X de @marysia_cc 01 de septiembre de 2024
Comments
Post a Comment