SONRISAS
Buenas noches nocturnas... Tengo una colección de sonrisas. No me van a durar mucho porque, como todo el mundo sabe, las sonrisas verdaderas, se disuelven enseguida, una vez contribuyeron a la iluminación de la parte frontal del rostro de quien las exhibe. Las tengo aquí, en un documento. Son menos de lo que fueron, una vez las seleccioné, porque son sonrisas anglosajonas y las he traducido mediante sistemas informáticos populares. Además, una vez las reescriba y ustedes las lean, tras un relámpago de joyero, desaparecerán: cansada, feliz, triste, aliviada, vertiginosa, peligrosa, tranquilizadora, oscura, que no llega a los ojos, nerviosa, secreta, mostrando los dientes, alentadora, brillante para cámara, tímida, sonrisa solo a la vista- lo que sería sonreír con los ojos- y sonrisa que se propone evitar la sonrisa naciente... Ya está. Como el agua entre las manos. De la arena, por más que se aflojen las exigencias de la piel, quedan, siempre, partículas. Existe el rictus, que podría ser sonrisa forzada o falsa sonrisa, u otra cosa. Existen las emociones que provocan la sonrisa, leves o no tanto porque la capacidad expresiva de cada uno, y la situación, y el carácter, y las coincidencias, y las servidumbres sociales, modifican la respuesta a lo que se percibe, todavía lejos de los dominios de la carcajada: andará la risa de por medio, pero de esta no hace mucho se dejó aquí, por escrito, alguna cosa. Entonces. Diré que soy partidario de la sonrisa. La risa, casi siempre se vincula con el humor o con el pánico y la carcajada es abundar en lo señalado con una explosividad carente de control, valga la redundancia. La carcajada se alimenta, en ocasiones, del sadismo. Pero la sonrisa, es amable, lírica, delicada, elegante a mi entender. Sobria, incluso. Puede realizarse con mucho gasto, pero serán combustiones interiores. No obstante, estuve, examinando otras sonrisas. Como la llamada «sonrisa del payaso». Una deformidad producto de la violencia consistente en el rasgado de la comisura de los labios en cada uno de los extremos de la boca. Según leyendas urbanas, práctica común de algunas bandas para castigar a enemigos o para poner en su sitio a fieles que amenazan con alguna desviación. También la sonrisa comercial, aunque debe ser más eficaz la risa abierta, o la Sonrisa de Duchenne*. Por lo visto, Duchenne, Guillaume, "médico e investigador clínico francés del siglo XIX que se considera como pionero en la neurología y en la fotografía médica... mientras realizaba investigaciones acerca de la fisiología de las expresiones faciales en el siglo XIX, describió''** un tipo de sonrisa que se llama así en su honor: «involucra la contracción de los músculos cigomático mayor y menor cerca de la boca, los cuales elevan la comisura de los labios, y el músculo orbicular cerca de los ojos, cuya contracción eleva las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos». Esta, como digo, es la sonrisa insuperable en lo que al márquetin se refiere. Se asegura que es una sonrisa que no puede forzarse, que no se puede imitar, que funciona en tanto en cuanto el ser humano la origina a partir de respuestas naturales. La sonrisa vende y la risa vende mucho. Si sonreímos o hacemos sonreír somos aceptados. Nos hacemos vulnerables, es cierto, despertamos confianza y se nos aborda más fácilmente. Por eso, en contra de todo esto, avizoré, durante mi caminata matinal, a una de las mías. Delgada, más alta que yo, con el pelo corto, teñido, y de expresión seca. Pasó a mi lado y, primero me sorprendió, luego casi sonreí: éramos de los nuestros. Sonreír solo dentro de la fortaleza: fuera hace mucho frío. Me destoso.
*
https://es.wikipedia.org/wiki/Sonrisa_de_Duchenne
**
https://es.wikipedia.org/wiki/Guillaume_Duchenne_de_Boulogne
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