NARIGUERA
Buenas noches nocturnas… No sé cómo, pero he ido a parar a una joyería. Estaba haciendo probaturas con mi máquina del tiempo, e introduje en la caja de búsqueda dispuesta en la consola del aparato la fecha del 15 de septiembre de 1987, sin propósito previo. Una fecha al azar. Examiné los acontecimientos más destacados a los que se puede aludir mediante un recordatorio de este tipo y, además de asuntos internacionales evidentes, supe que para entonces se habían encontrado restos de una civilización desconocida en el valle del Indo. Antes de hacer nada, conecté con la inteligencia artificial más próxima. La consulta a continuación resuelta supuso remitirme a lo que ella denominó, “La civilización del valle del Indo, también conocida como la civilización Harappa, una de las civilizaciones urbanas más antiguas del mundo”. Para que tuviera constancia documental de esta afirmación, me propuso visitar una web cuya contemplación es más sencilla para quienes conocen el idioma materno del rey Carlos de Inglaterra. Por suerte, para salir del paso, con los traductores automáticos, un zoquete como servidor puede orientarse. No obstante, encontré esta frase y me dio qué pensar: “El museo describe la naturaleza de la colección y la influencia del adorno en la humanidad, observando: <<Una vez decorado con hermosos adornos, el cuerpo asume forma, se vuelve visible, atractivo y perfecto>>". Todo relacionado con la noticia de un suceso que se narró el 6 de diciembre de 2014, cuyo título era: “La civilización del valle del Indo: Un pasado ornamentado, revelado en artefactos y joyas de 5.000 años de antigüedad”. Así que, la joyería, los adornos, elevan la valía de la presencia humana, hasta alcanzar lo que de verdad puede ser. Según esto, desnudos, siempre somos menos. Esta puede ser la razón por la que me haya detenido en esta joyería. Ante el escaparate, veo metales, brillantes, pulseras, pendientes, relojes, gargantillas, gemelos, collares… material a precios sobresalientes. Los artesanos, si es que lo expuesto es mercadería realizada solo por manos humanas, trabajan con efectos de gran valor y, en consecuencia, lo resultante también se pone a la venta mediante el pago de grandes sumas de dinero. Es la importancia que concedemos a esos artículos destinados a ser vistos para enviar mensajes de superioridad evidente. Quien lleva una joya, tiene una posición social. Tiene un poder. Tiene una preferencia. Es de una clase. Lógicamente, quien luce complementos memorables por su valor, se acerca a la cúspide o está en la cúspide de la pirámide: esa figura geométrica con la que se representa la distribución de los distintos intereses y valores de menor a mayor, de abajo arriba. De esta manera es como lo observo. Es mi parecer. No soy partidario de sobresalir, de modo que, raramente se me encontrará dentro de uno de estos establecimientos a punto de comprar algo de las características descritas. En todo caso, porque haya decidido agasajar a seres humanos de mi entorno afectivo, pues aquello de lo que yo prescinda, no tiene por qué obligar a nadie. Luego, la inteligencia artificial, respondiendo a una solicitud de mi parte, sugirió las “narigueras” como ejemplo ornamental que hoy no pareciera tal cosa. Nariguera, según aparece en el diccionario, es: “Arete o pendiente que se ponen algunos indígenas americanos en la ternilla que divide las dos ventanas de la nariz”. Cómo se nota que este conversador automático desconoce las costumbres juveniles y no tan juveniles actuales… Digo la inteligencia artificial, claro. Pues ya está. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT y la manipulación permitida por el sistema de ingreso en INSTAGRAM
Comments
Post a Comment