DE LOS BELLOS DURMIENTES
Buenas noches nocturnas... En algún momento del día, da igual cuando, mientras nosotros estamos atendiendo con mayor o menor diligencia los compromisos que hayamos adquirido o disfrutamos de asuntos que nos distraen, otras personas duermen. No sé si todas y cada una de ellas sueñan, pero a buen seguro lo hacen las suficientes. En un aeropuerto, por ejemplo, mientras viajeros de distintas nacionalidades se desplazan para realizar las gestiones que motivaran su estancia allí o aguardan a la llamada correspondiente, una pareja de jubilados, sentados sobre los incómodos asientos de ese tipo de recintos, duermen. Tranquilamente. Como si estuvieran en sus propias camas, salvo por la postura y el mueble concreto. Pongamos que él se llama Javier, es un ingeniero civil jubilado. Está casado con Marta, profesora de historia, que también ha concluido su vida laboral. Ella es la segunda persona, la segunda, en esta escena, que duerme. Dos seres humanos normales, aparentemente cansados y, por tanto, rendidos al único recurso que tienen, porque los viajes, casi siempre, son pesados. Tal vez menos exigentes en tiempo si se compara con lo costoso de otras épocas, pero, de todas formas, aburridos, cargantes, con demasiada espera entre trecho y trecho. Piensen en quienes han de tomar un tren: saben a qué hora está prevista la llegada y la salida de su convoy, pero desconocen si tales acuerdos se cumplirán o si llegarán a destino de una pieza. Incluso, si llegarán. Recuerdo que nos reíamos de la RENFE, cuando lo era todo. Un amigo sostuvo y creo que lo sigue haciendo, que merecían el nombre de TENFÉ: porque hay que tener esa esperanza inquebrantable para ser usuario de tales servicios. Como fuere, Javier y Marta Duermen. Tal vez podrían estar soñando con sus propias vidas. Con lo que fue. Pero puede que estén soñando con las vidas de los otros. De quienes están allí, concretamente. Y, por contacto, con las vidas de aquellos que se relacionan con los sapiens que esperan o deambulan por ese aeropuerto. Si Javier y Marta despiertan, todo se disolverá. Si, intencionalidad mediante o súbito accidente, Javier y Marta recuperan la consciencia, acontecerá una variación en el espacio-tiempo equivalente a los fenómenos que dan lugar al nacimiento de un agujero negro cuando mueren algunas estrellas. Se producirá un hueco, una succión, un considerable cataclismo. Que no digo yo que esto suceda a menudo. Pero ahí está. Unos duermen y, al soñar, confeccionan el mundo. Si encuentran relevo a la hora de reincorporarse a las actividades que les sean propias, nada sucede, todo continúa sin cambios. Pero, si no es así... Sé que esta teoría es indemostrable. Mas, tampoco he encontrado pruebas que nieguen para siempre jamás, lo que estoy explicando. Yo lo sé. Llevo bastante tiempo estudiando estos casos. De hecho, muchas de esas personas que hemos visto en las calles, que no tienen techo bajo el que cobijarse, a menudo durmientes durante horas y horas, hacen posible el mundo. Esta misma realidad. Yo escribo y ustedes leen estas palabras. ¿Cosa nuestra? No lo crean. Somos criaturas soñadas, producto de la fantasía onírica de seres humanos vulgares o magníficos, intrascendentes o relevantes… Espero que Marta y Javier sigan su pacífica ensoñación. Sin ser molestados a pesar de que en sus sueños campen las alegrías junto a las tristezas, los dramas espantosos y el simple placer de la contemplación. Que nadie los moleste. Yo, ya, me destoso.
La imagen es una fotografía del usuario de TUMBLR @lvnbrg Y aparece en:
https://lvnbrg.tumblr.com/post/762602477168328704/layover
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