DE PRIMERO DE MEGÁFONO
Buenas noches nocturnas… Pues, érase una vez una mañana sabatina con pronóstico incierto. Debiera alumbrar el sol sin interposiciones y, no obstante, había nubes en número y tamaño suficiente como para molestar durante un largo periodo. Por suerte, la sucesión de hidrometeoros a los que me refiero, rindieron sus posiciones al poco, pues se trataba, tan solo, de una broma. Una espesura circunstancial, a modo de niebla, a fin de proporcionar a la jornada un tantito de emoción. Cada una de las fechas, al igual que quienes las vivimos, tienen sus aspiraciones. Pretenden singularidad y que se las recuerde por distintos rasgos. De ahí que, una vez situados en las atalayas de observación o de vigía número uno, la escaramuza se hubiera resuelto sin otra cosa de la que informar. La mar estaba al completo, pero breve. O sea: ausente, casi, de manifestaciones. El público sobre la arena próxima, testimonial y, también, insignificante. Hubo, como sea, un nadador de “largo recorrido” que, al emerger cerca de las instancias antes indicadas, se demostró resistente por cuanto no poseía el vigor con el que sin duda cuenta los más jóvenes. Digamos que era un prójimo veterano, no precisamente atlético, de mediana estatura- por no decir bajito- sin llegar a viejo. Bien por él. Se desplazó, luego, por la arena, alejándose, tan silentemente como hizo cuando estuvo ejercitándose a medio sumergir. Nada hurtaba, con sus actos, a la serenidad del conjunto. Mas, en contra de las evoluciones de esta criatura ejemplar, muy cerca del sitio que ocupaba este cronista y su COMPAÑÍA, otra presencia humana, femenina por partida doble, cobró protagonismo. Enseguida, se hizo con la atención de todo el durmiente costero: ellas, de esas personas que llevan la megafonía incorporada, de esas con el volumen creciente, como el Everest, sostuvieron, a partir de ese momento, una plática pormenorizada acerca de los problemas que dan los electrodomésticos caseros. Empezaron con el calentador de una de ellas. Máquina averiada que había que sustituir, bien contando con un instalador profesional, bien, tras adquirir el termo nuevo, operando a los efectos de ocupar el sitio del anterior y poder servirse como convenía sin otro talento que el de los beneficiarios de la pieza. No reproduciré aquí los detalles de todo esto, no porque los desconozca, sino porque estoy convencido de que a ustedes les interesa tanto como el número de pelos que tiene mi bigote según desfilan las distintas estaciones del año. Tras eso se nombraron, lavadoras, hornos, cocinas, microondas, planchas, en fin: el ajuar completo. Edades, prestaciones, especificaciones técnicas. De todo. Como disponer de una emisora de radio, al lado, en la que se dieran lectura a manuales de empleo de ese tipo de artefactos… para esta broma del destino, uno no es capaz de anticipación alguna. No se espera esto de un sábado como Dios manda. Por eso, ya a la vista en el segundo puesto de observación, al haberse recalentado mucho la atmósfera, viendo que los usuarios de los arenales estaban a su hora, ocupando los territorios de su preferencia, fue, mejor, maniobrar para conseguir en el resguardo de la sombra un poquito de descanso. Como, según tengo entendido, hacen los toreros cuando comprenden que el morlaco que les tocó en suerte no tiene lidia posible, se impuso una serie de muletazos sin trascendencia, para salir del paso, cubrir el expediente y retornar a los cuarteles sin otra novedad. Son las cosas propias de una parte del fin de semana primero de este mes otoñal al completo que todavía reparte buenas temperaturas, al menos, por estos lares. He dicho. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona IDEOGRAM
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