EL ALMUERZO ESTÁ SERVIDO
Buenas noches nocturnas... Hubo consenso. O coincidencia, que parece lo mismo, pero no lo es. El tema del día, pues ambos observadores constataron una parte de la realidad cuyos detalles tenían que ver con la relación entre especies animales vivas- supuestamente, si se cree en fantasmas o en zombis, es posible que ocurra idéntico acontecer con animales muertos- no podía ser otro: hay o no hay que alimentar a los animales que deambulan libremente. Por ejemplo, aves, felinos sin familia que los tutele... Una mujer, de edad provecta, en el paseo, un paseo, de la localidad a la que rendimos visita, depositaba cierto material alimenticio, el que fuera, para atender la solicitud de patos, pavos y gatos. Es probable, además, que algún otro representante de la fauna de ese territorio se beneficiara del banquete. En todo caso, no es que los ejemplares dichos, por cierto residentes en un parque muy próximo la mayoría de ellos, hubieran encargado el festejo al que estoy refiriéndome en este relato. Ya se sabe que los animales, contando con que nosotros, también animales, llamados sapiens, entendamos que es de esta manera, evitan tomar iniciativas como las apuntadas. O, sí lo hacen, y solo los muy expertos, o los aficionados con pedigrí de los de nuestra ralea, advierten la demanda. Es más común abundar en la secuencia lógica que enunciaré a continuación: alguien se sitúa en un determinado enclave, casi siempre el mismo, y deposita comida; los animales descubren la maniobra y comprenden que eso es mucho más fácil, tan productivo para ellos y deudor de la tranquilidad que supone evitarse la búsqueda y la captura, como para sumarse, felices, al convite. Matar para comer, en el caso de los cazadores armados de artefactos dispuestos para eludir el cuerpo a cuerpo, por ejemplo, es menos estresante que enfrentarse uno con su víctima, cara a cara. Las criaturas dotadas de un aparato digestivo capaz de satisfacer los requisitos de una dieta variada, tienen más opciones, claro, pero si lo que sea que se les dé, cubre el expediente de abastecimiento sin lucha, mejor a favor de obra. Este es el resumen. El que acaban de leer. Admito que podría haber detalles que se me escapen, sobre todo para explicar un buen número de cosas. No soy docto y me responsabilizaré de lo que digo, anteponiendo la petición de escusas correspondiente, si expongo todo esto de una manera simplista. Como fuere, allí estaba la mujer, con sus amiguitos de otras especies. Una labor de protección, a mi parecer, no exenta de prepotencia. Diríase que los animales, estos dichos u otros, no saben alimentarse por sí mismos. No saben, o no pueden, o carecen de nuestros recursos, y comparecemos para salvarlos. Porque somos muy buenos. Y somos más cosas. Imprudentes, por ejemplo, según quienes, desde el respeto a la diversidad en el planeta y sobrados de conocimiento, nos dicen que dar de comer a los animales es, en muchas ocasiones, insano. Entonces, ¿por qué lo hacen algunas personas? Y, lo más importante: cuando quienes obran así dejen de hacerlo, por las circunstancias que sea, ¿qué pasará? ¿Acaso es peregrino decir que, al acostumbrar a las bestias a comportamientos, que no son los suyos, los basados en la autonomía y la independencia, so pena de domesticación y, por lo tanto, compromiso de sustento y abrigo, puede que se las esté condenando a una vida mucho peor que la de los seres de naturaleza salvaje otra vez expuestos en primer término? Pues nada de esto importa. Al fin, si existe alguna norma o alguna ley que impida hacer estas cosas, son las autoridades las que han de encargarse de vigilar, denunciar y, si es el caso, exigir que se cumpla cualquier ordenamiento, y lo que opinemos los otros, los que pasamos, es, como en tantos otros casos, solo opinión. Cuando manifiesto la tirria que siento por todo el árbol genealógico de los ciclistas que circulan por las aceras o por los dueños de patines eléctricos que hacen lo mismo, aunque me queje y reniegue y clame en varios idiomas, va a darme igual: ellos siguen y nadie, nadie, actúa para corregir tales supuestos infractores, tal vez delictivos. Así que, aunque no digo que a personas como la protagonista de este comunicado haya que llevarles presos, entiendo lo consiguiente, del mismo modo que entiendo la maniobra de pasar página: al otro lado, el texto continúa o cesa. No hay más. O sí, sí que hay: un barco velero- hubo- cerca de la costa, de dos palos, con las velas arriadas, propio para fotografiarse en un día de sol y sombra, con nubes como manchurrones de ceniza espesa y aguas bien vestidas. Algunos se bañaron. También se hace en latitudes donde el agua está a punto de congelación. Cosas. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona IDEOGRAM
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