EL PIANISTA
Buenas noches nocturnas... Primero tengo que saber qué es un crupier. Digo con exactitud, porque tengo una ligera idea. Se trata de una palabra de origen francés- «croupier»- cuyo significado es: «Persona contratada en los casinos para dirigir el juego, repartir las cartas, controlar las apuestas, etc.». Por lo visto, todo parte de la idea de cabalgar a la grupa de un caballo. Así, porque, antiguamente, tras el jugador, se sentaba un especialista que aconsejaba al primero acerca de los pasos que debía dar para alzarse con los premios. «Croupier» viene de «croupe» que significa «grupa de caballo». Bien. Yo lo sé, ahora lo sé y, si ustedes no, acaban de aprenderlo conmigo a la vez que leen esto. Somos personas instruidas. Felicitémonos. Estupendo: basta ya de agasajos y continuemos en marcha. He sabido que, en la capital de España, en Madrid, algunos locales de entretenimiento, bares, disponen de un servicio de karaoke distinto. Los usuarios, los clientes, entonarán en ellos sus canciones favoritas sin la necesidad de utensilios electrodomésticos que reproduzcan la música: Lo harán, si quieren- y seguro que no ponen pegas- acompañados por un pianista profesional. El pianista, no sé si canta. Desde luego, hace sonar convenientemente el piano a su disposición, tal vez como aquel «Piano man» de Billy Joel. Es decir: señoras, señores, ahora, nada de recurrir al almacén y proporcionarles latas de conserva. Ahora, hagan juego, una baraja de verdad. Recién salida del paquete, del estuche. Porque, creo, de esto es de lo que hay que dar noticia. La música completa- o lo que se tercien mediante esa fusión ociosa- al alcance de cualquier humano, a menudo convaleciente de esas enfermedades frustrantes que impiden el estrellato y, por lo tanto, la gloria. Igual que los actores, a veces, rompen la cuarta pared, los aspirantes a Caruso traspasan la mampara de la ducha para acceder a los dominios del juglar. ¿Y el pianista? El pianista ruega, no se dispare contra él porque solo es un intermediario, un mensajero. Como el crupier en el casino, se encarga de repartir: el afrancesado, naipes; el músico, tonadas y canciones. Y lo hará de tal forma que, sin que los clientes sospechen de su talento, acaben dejándose hasta las cejas- en el caso de los émulos de Mariah Carey, hasta las cuerdas vocales- consumiendo mientras hacen gárgaras. Solistas, dúos, tercetos... conjuntos de cámara, ensambles, orfeones, corales... todos necesitados de fluidos que envalentonen, que estimulen, que amplifiquen la experiencia. Pues muy bien. Emborracharse y cantar es una actividad con raíces tradicionales que puede acontecer sin recurrir a maestros del pentagrama. Sin embargo, de esta manera, cabe llegar a puerto a nado, pero hechos un brazo de mar. Cierta dignidad en el naufragio. Nos acompañó un pianista, dirán al día siguiente mientras esperan un cafelito, cumplidores sobre sus traseros con asiento en la terraza correspondiente, todavía señalados por los efectos del trasnoche… Y de este modo continúa la vida. Pródiga en novedades. Con alicientes que no cesan de producirse antes incluso de que se desgasten los usos prometidos anteayer. Habremos hablado del gobierno, de la oposición, de los deportistas, de la Pantoja, de Bárbara y del Rey: de Juan Carlos, no de Felipe. Aunque de Felipe también. Las familias, es lo que tienen: son una inagotable fuente de mediocridad muy apreciada en los mercados. Un anticipo de lunes. Me destoso.
https://es.wikipedia.org/wiki/Crupier
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona IDEOGRAM
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