INFARTO O PASIÓN
Buenas noches nocturnas... La frase estuvo ahí, digo desde que se escribió y se hizo presente para lo que me concierne, justo a partir del momento en el que la hube leído. Ahora mismo, ya es pasado. El autor, Francisco M. Ortega, usuario de X @aforismoss, escritor, poeta, radiofonista... propuso: «Siempre será mejor que acabe con nosotros una pasión que un infarto de miocardio». Era de esa opinión. O tal vez no: jamás he conversado con él a este respecto, de modo que no lo sé. Sin embargo, lo primero que me atrae es el juego de preferencias. Si algo ha de ocurrir, por lo menos, que ocurra de esta forma. ¿Ideales? Supongo que cabe entrar en este tipo de conjeturas. Sabina escogía la del pirata cojo... «con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo. / El viejo truhan, capitán de un barco que tuviera por bandera / un par de tibias y una calavera». Y Serrat, puestos a escoger, «... partidario de las voces de la calle / Más que del diccionario...». Ahora bien, la pasión, muy a menudo, da lugar al infarto. El infarto es, casi siempre, consecuencia de la pasión. También padecen del corazón los desapasionados, claro, pero la pasión enardece y el corazón se acelera. La velocidad es atractiva y capaz de llevar a la ruina incluso a los muy experimentados, de modo que, si la pasión es el infarto, volvemos, como cuando se cae en la casilla de la calavera, al punto de partida. Que es la nada. Entonces. Ha de ser otra cosa. Estampida de caballos, no. Salvo que acontezca tal ocasión dentro de un hipódromo y se conciba la carrera de jinetes a lomos de pura sangres con la parsimonia de una visita al museo de turno en el día en el que cualquier otro evento multitudinario hurta al público disponible en su favor. O sea. Comprendo la invitación a la actividad y anteponer el dinamismo de los días a la insustancialidad de una espera mientras el natural deterioro de los organismos se manifiesta. Comprendo que, si tiene que ser, y será, ocurra mientras dedicamos la máxima atención al entretenido provecho de hacer algo del gusto propio. Si es esto, no puedo negarme. No debo negarme. Por lo tanto, no me niego. ¿Será esto pasión? Debía correr mucho de pequeño o enrojecer de inmediato si de hacer ejercicio se trataba. Mi madre me reñía en cuanto comprobaba el coloradote tono de mi piel una vez regresaba de mis andanzas, que tampoco eran espectaculares. ¿Pasión, desgobierno orgánico, chivatazo? ¡Qué importa! Como el infarto, o lo que sea, ha de presentarse inaplazable para hacer lo suyo, mejor sin agobios. En lo que a uno le guste. Aunque solo sea permanecer a un lado de la valla examinando lo que otros consiguen. Consiguen o extravían. De todo habrá, de todo hay. No se finaliza la vida con un acabado perfecto. Ni se es más, ni se es menos, porque se eligieran cosas a las que los demás tienen por escasamente recomendables. Cada uno da valor a lo que fuere, con independencia del valor objetivo que pueda tener. Lo que pienso es que la pasión es una hoguera a la que hay que arrimarse y todo lo que se acerca al fuego concluye calcinado. No me estimula más que para un rato. Por un periodo breve de tiempo. No la excluyo, pero no la abrazo con continuidad. Se trata de un traje que no me cae bien, con el que estoy mal vestido. Prefiero, para el día a día, una ropa menos arriesgada. Aunque yo me lo pierda. Me destoso.
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La imagen se obtuvo mediante una combinación de dibujos originados por COPILOT, PowerPoint y PAINT.
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