PASSEGGINO
Buenas noches nocturnas… Uno de los avances tecnológicos de los que empezamos a disfrutar, los automóviles sin intervención humana al volante, parecen originados justo anteayer. Pero no es así. Se empezó a manejar este concepto a partir de cierto periodo entre los años 30 y 40 del pasado siglo. Luego, en los años 80, desde la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Pensilvania, alguno de estos vehículos autónomos empezaron a concretarse. Más tarde, coincidiendo con la última década del siglo XX, se produjeron grandes avances en tecnología de sensores y procesamiento de datos que permitieron la creación de prototipos más sofisticados. Ahora, cuando casi ha transcurrido la mitad de la segunda década del siglo XXI, la seguridad vial puede ser refrendada con la circulación de estos coches. Si se reducen las congestiones de tráfico y logran ofrecerse nuevas formas de movilidad, el éxito será todo un acontecimiento, una verdadera unidad de progreso. No obstante, la irrupción de las inteligencias artificiales, la elaboración de una ética que permita disponer de supuestos filosóficos consistentes a fin de reafirmar las necesidades sociales, sin olvidar lo que concierne a la relación humano-máquina, además de acometer las infraestructuras necesarias para soportar el paso de estos vehículos, merecerá un salto todavía mayor al experimentado actualmente. De hecho, en ciertos lugares del mundo, conocidos por su rápida incorporación a cualquier mejora tecnológica, acaba de surgir un nuevo problema. La vida trepidante a la que ya nos hemos acostumbrado, hace que profesionales con familia, deleguen ciertas responsabilidades para poder estar así en todos los sitios y a todas las horas. Por esta causa, los vástagos de estos hombres y mujeres, salen a disfrutar del aire polucionado de las calles en autos infantiles sin conductor humano. Son lo que hemos conocido siempre como “carritos de bebé”, ahora dotados de motor y de ingeniería informática para circular por las aceras sin necesidad de que nadie los empuje. Cada vez menos personas acceden a comprometerse laboralmente con este tipo de tareas pues, al parecer, los sueldos son muy bajos. Pues bien. Se han producido los primeros accidentes. De momento, sin consecuencias graves. Al haber multitud de sujetos, aún, en las calles, compitiendo por el espacio con los peatones, y como esta anarquía hace dificultosa la ordenación de los espacios, acontecen las maniobras inesperadas y los cambios de rumbo, origen de insuficiencias y, como en los casos apuntados, colisiones. En nuestro país, la Dirección General de Tráfico, no se ha pronunciado de momento acerca de estos temas. Gubernamentalmente, bastante hay con el lío de los trenes, y, tanto las administraciones autonómicas como los consistorios, hacen la vista gorda con ciclistas y usuarios de patines eléctricos. Estos últimos- los patines- siguen explotando en las casas, pero tampoco parece preocupar… Algún especialista independiente ha declarado que, si bien sería deseable la anticipación e ir contemplando legislativamente este tipo de servicios, por otra parte, según van adoptándose en otros enclaves geográficos, existirá una gama de soluciones a las que se puede atender conociendo de buena mano, sus pros y sus contras: si el trabajo lo hacen otros, eso que nos ahorramos, avanzando a la cola del progreso. En todo caso, si se está en disposición de utilizar algún vehículo como estos de los que se ha dado noticia, un buen consejo invita a utilizarlos en circuitos cerrados como pistas de karts o similares. Otra cosa será lo que venga. De momento, nada más. Me destoso.
La imagen es una fotografía de Joseph McKenzie que aparece en la cuenta de Tumblr de @paolo-streito-1264
Comments
Post a Comment