CONFIANZA
Buenas noches nocturnas… Sigo observando la fotografía. Ante mis ojos, como ante los de ustedes, si es que se entretienen en examinar las ilustraciones que acompañan a este texto, conforme a lo que el usuario de X, @vintagestuff4, escribe en el post donde figura la instantánea: la “Silueta anónima de una familia de cuatro, sentada a la sombra de la roca equilibrada de Mahabalipuram, o Krishnas Butterball. Década de 1970”. La primera impresión que tuve sigue dominando. Es la imagen de la confianza. Fácilmente, se puede sospechar la tragedia. Se pueden ofrecer razones que inviten a considerar el peligro. Hay una adversidad encubierta. O eso apreciación me propone mi cerebro. Tal vez, de haber estado allí, en el momento en el que se captó la panorámica, mis sentidos hubieran proporcionado al centro de procesamiento de lo que se estime como realidad, otros detalles y, en consecuencia, dijera, a continuación, cosas muy distintas de las que estoy escribiendo. Mahabalipuram, “es una ciudad en el distrito de Chengalpattu en el estado de Tamil Nadu, India”. Debe recibir a propios y a turistas de todo el mundo. Pero solo desde la temeridad, creo, se puede estar, tranquilamente, como se estaría en el más seguro de los rincones de cualquier paraje catalogado como tal, o contando con el aplomo necesario para descartar todo infortunio, bajo-casi- de 250 toneladas de roca. Desde este punto de vista, la confianza es el valor más poderoso. Para empezar, porque es indispensable en la posibilidad de ser, y de las recompensas que conceden otros: tan acreditados, como el amor, la verdad, la libertad, la empatía, o la resiliencia. Ninguna de estas puede afianzarse, sin la persuasión vitalizadora que confiere el hecho de estar a salvo de toda contingencia. En algún lugar he leído consideraciones que ligan la confianza con el futuro. Y me parece bastante fundado. En el caso de la fotografía que supone el origen de este comentario, esas personas, resguardadas del sol, alcanzan lo que está por venir desde el lugar que experimentan en el tiempo, convencidos de que no se producirá lo que me intranquiliza… si soy sincero, más que temer, desear: que se salven, sí, pero por un pelo. Porque, si la confianza es un componente de cierta forma de la imprudencia, la osadía, un escalón superior por cuanto los osados conocen que son imprudentes y actúan en permanente desafío, puede tanto o más que la confianza. Es, desde luego, su rival. El osado, más que confiar, porque examina la situación y obra racionalmente tras un cálculo objetivo, rompe las reglas y hace una apuesta. Se pone un reto. Y, mediante este impulso, los osados dan el salto. A veces, con el respaldo de las medidas de seguridad que correspondan. La red, en el caso de los trapecistas de circo, por ejemplo. En otras, en otras, que sea lo que Dios quiera o dicten los astros. Lo curioso es que para estos agentes de la temeridad, casi siempre la botella cae de pie y, si no es así, los desperfectos ocasionales no hacen mella en su determinación… Soy, como se sabe, más de lo que tenga que ver con la precaución, y no sé si es una conducta a seguir siempre y en todo lugar. Tengo también mis dudas. Porque la confianza extrema es una forma de delirio. Y porque dudar, aunque apenas alcance el rango de minúsculo titubeo, es una división de cociente positivo. O confío en eso. Me destoso.
https://x.com/vintagestuff4/status/1854842301060923585/photo/1
https://viajar.elperiodico.com/destinos/monumentos-mahabalipuram-secretos-india-87593862
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