PALO SANTO
Buenas noches nocturnas… El famoso detective había conseguido, una vez más, establecer quién era el culpable de tantos crímenes como los que se le atribuían. Hasta aquí, todo conforme, de acuerdo con lo habitual. No faltaba sino dar aviso a la policía, y aguardar a que se le encomendara un nuevo caso. No obstante, por esta vez, decidió probar otro sistema. Por ejemplo, conducirse de tal manera que el carácter del delincuente y la conducta observada como patrón de todos los enfrentamientos sostenidos contra la ley, supusiera, mediante el uso de los recursos adecuados, una parte desafortunada del pasado, del pasado facineroso. Recientemente, había estudiado las propiedades del Palo Santo: “una especie arbórea que, gracias a sus propiedades y aroma cítrico, es utilizado con fines energéticos para crear armonía, paz y tranquilidad en los ambientes”. Por lo visto, abundante “en países como Guatemala, Perú, Ecuador, Honduras, Costa Rica y México, había sido utilizado desde tiempos ancestrales para curar tanto dolores físicos como enfermedades causadas por estrés”. Además, no se trataba de un material diseñado para aprovechar ciertas tendencias comerciales muy propias de estos tiempos. Según reputados especialistas, fue utilizado por antiguas civilizaciones. Sin ir más lejos, “los nativos americanos consideraban que el humo blanco que desprende el Palo Santo, al ser quemado, ahuyentaba a los malos espíritus y protegía a la gente”. Entonces, todo lo que tenía que hacer, era depositar unos troncos preparados para arder en estufas o en otras instalaciones. Al emplearse comenzaría a tener sentido todo lo urdido anteriormente. ¿Problemas? Apenas. Ya había estado en la casa y sabía que su víctima no repararía en el cambio. De hecho lo iba a agradecer conociendo como conocía al tipo. Es verdad que el comercio de esta madera, la del árbol Palo Santo, o Bursera graveolens, perteneciente a la familia de los árboles bálsamo, estaba provocando deforestaciones de las que eran responsables las firmas legalmente constituidas y los furtivos ocupados en este negocio. Pero, siempre hay un coste. El caso era proporcionar al sujeto los efectos relajantes de la madera quemada, cosa que empezaría a ocurrir en cuanto se sustituyeran los leños a emplear en la chimenea de la casa. Luego, si los expertos no se equivocaban, una vez los aromas esparcidos por esa estancia en la que, los fines de semana, sobre todo, pasaba gran parte de su tiempo, queda atrapado el caudal energético adverso y, al abrir las ventanas, porque siempre hay que ventilar los humos que suelen acumularse, a pesar del buen estado de todo lo concerniente a la calefacción, el mal, las influencias del mal, se eliminan sin otra salvedad. Abandona la casa y a sus habitantes. De esta olorosa idea estaba muy satisfecho. Aunque el hombre debiera responder por lo que hizo ante la justicia, como persona reinsertada que sería a las puertas de la prisión, no cabría sino tenerlo entre rejas el menor tiempo posible. Para eso estaba la cárcel, para reinsertar a los cafres entre los seres humanos de bien. Podría ser que estuviera dando los primeros pasos hacia un nuevo tratamiento de la criminalidad. Sin embargo, algo salió como no se esperaba. A causa de ese perfume tan peculiar, tan propio de la quema de Palo Santo, porque se sintió del todo relajado, como hacía muchísimo que no sucedía, se quedó dormido cerca de la chimenea. En un momento, al moverse, cierta parte de su ropa, de la bata que vestía, quedó muy cerca del fuego, se prendió y ardió el malvado y la casa entera. Desde luego, el Palo Santo había dado fruto. Ceniciento, es verdad. El famoso detective, no obstante, considerando que este revés era solo una parte de ese camino prueba-error oportuno durante tantas investigaciones, guardó silencio, ofreció explicaciones poco convincentes, pero irrefutables- ese era una de sus agudezas- y decidió aplazar sus experimentos. Y así pasó otra jornada en el mundo. Me destoso.
https://www.revistaad.es/articulos/palo-santo
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