CÍMBARA

January 05, 2025

DOMINGO 5 DE ENERO DE 2025

Buenas noches nocturnas… El mar está en su sitio. No lo parece. A juzgar por las manifestaciones naturales, las que conocemos, de que está donde está, denunciar su ausencia, podría ser cualquier cosa menos un signo de exageración. Al fin, todavía debe haber restos de alcohol en la sangre de la humanidad, aún conforme con los fastos de estos días. No obstante, descontados los daños producidos por la soberbia del celebrante, mientras los organismos se regeneran, los que se regeneren, el mar se abstiene de intervenir. No busca, temperamental como suele, inmiscuirse en los asuntos de las demás criaturas. Ha recibido las carnes tremebundas de algún bañista especializado en acontecer pleno de habilidades interpretativas, y lo ha mojado solo porque triunfara, al sol, después, toalla de abrigo mediante, demostrando su fortaleza al mundo pequeño de este día que culminará con el desfile de Carnaval que se produce durante estas fiestas. Un desfile de Carnaval, sin la Cuaresma cercana, porque todos los desfiles son “carnavaleros”. Ahora, los disfraces son otros, desde luego, pero, ¿qué más da? Los viandantes, los peregrinos a la nada que caminan a esas horas, son otros actores del elenco de la mañana a la que aludo, consentidos por un mar citado, ahora, por tercera vez. Por cierto que, antes de todo esto, sin pensar en las cosas, algunos otros materiales llamaron mi atención, por más que, cuando lo expongo para que sea leído como quien confecciona un mapa del área que se estuvo registrando, unas veredas conduzcan a otras. Si decía del Carnaval, esta versión llamada “cabalgata”, con monarcas, servidores, danzantes, carruajes, gente prodigiosa, bufones, bailarinas, todo un séquito, que luego pasarán y darán repaso, en función de alguna parte de esa comparsa, en un ajimez, de una casa que no es palacio, de una casa tal vez con terraza de puertas para adentro, los Reyes Magos, ese trío cuya realidad tuvo que ver con la fe y ahora necesita encarnarse como marchamo de identidades certificadas, escala colgándose de los barrotes del balcón desde el que, prestos a defender la plaza, forma una escuadra de dinosaurios feroces. Nada deben querer los residentes en ese edificio de dos plantas con el trío de benefactores, hoy, queriendo o sin querer, depositarios de una parte de la justificación comercial con la que se abordan todas las fiestas. Ya se dijo, en eso estamos de acuerdo algunos, que, hoy por hoy, si no hay mercado, digo instalaciones físicas o virtuales, no dispuestas para satisfacer estrictas necesidades, no habrá banquete ni riego. Pero, en fin, allá van ellos, los tres, a cumplir con su parte, por más que embarrados a su pesar. Cada cual ha de hacer lo suyo y, porque no son dueños de su tarea, otros mueven los hilos, la comedia debe continuar… Desconozco si, a estas horas, la magia con la que se venden siempre las Navidades, ha triunfado, si los dinosaurios resistieron, si la casa se guardó o si quienes reinan siguen reinando como vienen haciéndolo desde hace más de dos mil años. Después de todo, ¿qué importa? Una vez concluyan las horas, vienen otras horas y otros días. Y otros relatos. Y otros comentarios. Y otras valoraciones. Pues ya está. Me destoso.