EL CAZADOR ADVIERTE A LOS ZORROS DE QUE PONDRÁ TRAMPAS
Buenas noches, nocturnas... A cuenta del «fraternal» comportamiento de un usuario de Instagram que se dice profesor, maestro, la paradoja. Describe su sistema para saber si los muchachos que concurren a sus clases se han servido o no de las inteligencias artificiales, a fin de resolver una tarea. En el documento que facilita a sus alumnos al proponerles un trabajo, incluye una frase oculta, descontextualizada a propósito de su inmediata localización. Como estos artefactos que atienden a los deseos humanos, al igual que harían mayordomos especializados en distintas materias, son capaces de visualizar los títulos que se les surtan al completo, toman en consideración el gazapo dicho y, luego, aparece en el muestrario de la chavalería traviesa, o aprovechada: y ahí, se comprueba el fraude. Todo muy bien, ¿no? Es un ejemplo de lo que pudiéramos llamar plancha de madera que, al tocarse, se convierte en serrín. Es como si los Estados Unidos, o Rusia, o China, mostraran al mundo la manera en la que logran tender una celada a sus enemigos, mediante tecnología o cualquier otro medio antiguo o vanguardista. Lógicamente, otros, pongamos, Francia, La India, Corea, Brasil, tomarían nota y, a su vez, podrían estar en condiciones de hacer lo mismo o, esto es lo más interesante, conociendo estos métodos, conducirse de un modo particular con el objetivo de eludir la trampa. Es lo que pasa siempre con estas cosas. Creyendo haber determinado un bien y dispuestos a compartirlo con terceros, entre otras, para el provecho general, se enteran también, puesto que se vocea en la plaza, se enteran también los «agentes del mal», que es una manera de designar a quienes se pretenda reprimir. El caso del maestro solidario, es propio de gentes que no han pensado en esto. No se dan cuenta que las herramientas que utilizan están al alcance de cualquiera y, lejos de transmitir sus procedimientos en foros o canales restringidos, gremiales, al menos, van a bocados, haciendo gala de garganta desinhibida. Luego, claro, se demuestra que, como cuando viajas en uno de esos trenes que no tienen cierre automático de puertas, y para transbordar de un vagón a otro hay que hacer lo mismo que con las puertas clásicas- abrir, pasar y cerrar- siempre hay acémilas que culminan sus avances olvidándose de la parte última. En el caso que nos ocupa, se ofrece acceso a lo que no lo debería tener universalmente, pues queda expuesto al capricho o las malas intenciones de cualquiera mediante formas también equivocadas, demostrando que, a pesar de los pesares, el talento de cada uno se circunscribe a lo que se circunscribe. Nada más. A veces se arroja la semilla, en vez de esparcirla controladamente: tomando en consideración de que cae donde debe para que proporcione los frutos que correspondan. En algunas ocasiones, la semilla se regala, lo que no está mal del todo. Siempre que no recaiga ese beneficio en aquellos que están sobrados de grano, podría contemplarse con cierta satisfacción. Porque, de ser así, tendrán pan los que no necesitan más cereales. Esto de las plazas públicas, que son las redes sociales, esto de los mercados populares, porque cuando no hay chismes que propagar hay lechugas a la venta, son instalaciones a las que se concurre sin mucha precaución, arrollados, tal vez, por el convencimiento de que la naturalidad, la ausencia de filtros, que dicen los modernos, ayuda, permite el progreso, se triunfa, se consiguen grandes empresas. Y puede que sea verdad. Pero puede que aparezca el lobo, o el buitre, que saben dónde se disponen los banquetes y dónde reposan los cadáveres antes de recibir tierra o fuego, y resulten los conflictos. Total, las alimañas hacen su trabajo. Si se lo cuentas a todos, todos lo llegan a saber. Incluso los que no quieres que lo sepan. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona IDEOGRAM y se editó después.
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