EL CULO DE LA LEONA
Buenas noches nocturnas… Dejó escrito Paul Verlaine: “Oscuro y arrugado como un clavel violeta / entre el musgo respira humildemente oculto, / húmedo aún del amor que la pendiente sigue / de las nalgas blancas al borde de su abismo”. Y Francisco de Quevedo: “Da el otro pobre a la medianoche en tiempo de invierno una correncia o evacuación de tripas y porque con la prisa que tiene no se acuerda bien hacia dónde quedó el brasero o barreño de la lumbre, tropieza con él y hace pedazos las piernas y el culo, cobrando con esta desgracia enfermedad para muchos días”. Dos referencias a fin de presentar el tema sin exponerse a engorrosas manifestaciones. En el caso de que nos ensuciáramos, vengan las inmundicias. Por supuesto, con la idea de limpiarnos después. Los modos y maneras, no obstante, importan. Por ejemplo: la mancha en el culo del tomate. Al parecer, quienes cultivan tomates lo saben, es un problema mucho más habitual de lo que parece. Sí, porque, en el caso de ignorar estas circunstancias, dicha fruta puede malograrse. Ahora bien, lo primero que ha de convenir, porque importe resolver estas dificultades, es conocer la causa. Según me sugieren, la culpa la tiene una falta de calcio durante el crecimiento del vegetal. Adversidades originadas al trabajar con suelos afectados por este tipo de carencias, o porque las raíces se desarrollan mal y, de esa forma, asimilan el calcio incorrectamente. Entonces, una vez detectado todo esto y realizadas las operaciones que correspondan para que las cosas dejen de funcionar así, no estaría mal un riego periódico que no excediera el suministro normal. Tampoco es recomendable regar cerca del cuello o tronco de la planta para que sea ella misma la que busque el agua y las raíces reciban los estímulos adecuados. Por supuesto, existen productos específicos a la venta para prevenir la enfermedad y para curarla. Por lo tanto, los tomates tienen culo, se emplea inadecuadamente en fiestas populares, como proyectil, y se mancha, por razones distintas, como el humano. Porque aquí fue donde iniciamos el asunto. No se indicó con tanta claridad, pero un saludo desde el váter a estas horas, a pesar de la larga vida que hacen algunos en ese privado rincón al que llamamos retrete, no me pareció cosa oportuna… En septiembre de 2020, en El Confidencial, explicaban los métodos seguidos en la antigüedad para el aseo de tan delicada parte de nuestra anatomía: en la China de hace 2000 años, palos de madera o de bambú envueltos en tela; en la época greco-romana, un palo con una esponja en un extremo, llamado tersorium, para la limpieza en los baños públicos; griegos y romanos utilizaron también un útil llamado pessoi: unas piezas de cerámica redondeadas. En Japón, durante el siglo VIII después de Cristo, otro palo de madera llamado chuugi, para limpiar el exterior y el interior del ano. Y, en la Edad Media, se usaban musgo, hierbas, heno, paja y trozos de tapiz. Mucho tiempo después, en 1857, Joseph Gayetty inventó el papel higiénico. Ahora, si hay que hacer caso a las noticias y a las mentes aburridas que propician alguno de los detalles de esa información que se nos sirve a diario, todo puede estar llegando a su fin. Las cuestiones medioambientales, unas veces por inobjetables evidencias; otras, fruto de la pugna y los equilibrios por el poder, tienen mucha presencia en la agenda de los gobernantes y las administraciones, y son inconvenientes de este tipo los que están haciendo que se muevan las organizaciones ecologistas y los legisladores. Algunos recomiendan una vuelta al bidet o a esas duchas de agua a las que se les llama “bungum”, y desconozco qué es lo que nos deparará el futuro. La advertencia está hecha. Y, ya que estuvimos entre nalgas, entre nalgas concluye este comunicado. Entre las nalgas, o sobre las nalgas, de una leona. La que hay en la calle Calderers en el barrio viejo de Gerona. El culo de la leona se llama la pieza, de piedra caliza del siglo XII, cuyo original reposa en el Museo de Arte de la citada ciudad. Cuentan que en la calle Calderers estaba el Hostal de la Leona y que la obra objeto de este comentario, cercana al emplazamiento comercial, servía como reclamo para la clientela. La costumbre era que todo el que pasaba por allí tocaba el trasero de la leona o le daba un beso, para quedarse en la ciudad o poder volver algún día. Con el tiempo, esta costumbre se transformó en hacer un guiño en lugar de tocarla. Hoy, aunque el hostal ya no existe, la tradición no ha desaparecido a pesar del cambio de ubicación de la columna. La tradición no ha desaparecido, pero concluye aquí este rosario de palabras. Me destoso.
https://franciscocenamor.blogspot.com/2021/01/poema-del-dia-soneto-al-ojo-del-culo-de.html
https://todohuertoyjardin.es/blog/como-combatir-la-mancha-en-el-culo-del-tomate
https://www.elcami.cat/camipedia/la-llegenda-del-cul-de-la-lleona
La imagen aparece en:
https://www.visitacostabrava.com/es/girona/que-visitar/rincones/culo-de-la-leona
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