LA LECHUGA MATA
Buenas noches nocturnas… Rafael Navarro de Castro, sociólogo y diplomado en Extensión y Desarrollo Rural, es también escritor, según me informo. Autor, por ejemplo, de la novela “Planeta invernadero”. Me entero de todo ello al leer una entrevista realizada por Almudena de Cabo, publicada en BBC NEWS Mundo, y luego de interesarme por lo llamativo del titular que anoto después de esta breve parada: “La gente prefiere no saber qué contienen la lechuga, el tomate o la fresa, porque si lo supiera, ya no comería”. Una frase entresacada de una respuesta, más amplia, a la pregunta que, concretamente, rezó: “En ese contexto, la protagonista se formula preguntas como: ¿cuántos pesticidas contiene ese plato tan saludable como una ensalada?”. Entonces, Navarro, según figura escrito en la web a la que he citado, se explica así: “Mi editorial y editora me dicen que no hable mucho de pesticidas, porque la gente prefiere no saber qué contiene la lechuga, el tomate o la fresa, porque si no, ya no comería. Pero yo reivindico el derecho a saberlo y además la información está ahí y se sabe que los pesticidas son cancerígenos, que afectan al sistema hormonal, al sistema reproductivo; se sabe que hay muchos problemas como el hipotiroidismo, cánceres que están relacionados con la cantidad de pesticidas. Hasta el agua del grifo y la cerveza tienen pesticidas. Se sabe, pero el consumidor no reacciona y las instituciones menos. En 2024, la Unión Europea aprobó una moratoria del glifosato de diez años más. Es el pesticida más vendido del mundo. Se sabe que es cancerígeno. En Estados Unidos ya hay sentencias que condenaron a Monsanto a pagar a agricultores que habían contraído cáncer después de utilizarlo. Estoy seguro de que antes o después se prohibirá. Pero entre tanto nos lo estamos comiendo. Está en prácticamente todos los alimentos”... No tengo argumentos ni autoridad que me respalden para negar nada de esto. Estimo que habrá verdad. Estimo que las autoridades conocen estos detalles y se emplean, al menos, de acuerdo con determinados mínimos, para que la vida de todos resulte provechosa. Cabe pensar en teorías de la conspiración o, simplemente, ejercer el derecho a la duda. Mas, aun con el reparo imprescindible, existen leyes, policía y jueces. Si no aceptamos estas premisas, estamos pensando en otra sociedad. Una aceptación crítica, por supuesto. Los pesticidas y otros contaminantes son una realidad y, probablemente, nunca antes tuvimos sobre nuestras mesas alimentos de tanta calidad como los que se puedan servir ahora, a sabiendas de que todo pasado supone un rastro de inconvenientes que, por suerte, hemos ido desterrando. Ahora bien: ¿Quiénes pueden tener consigo lo mejor de lo mejor? Sí, ya sé que saben la respuesta. Los amigos de Don Dinero, están al cabo de la calle. Por lo tanto, ya que los productos alimenticios y otras actividades se pueden producir de manera idónea a costes elevados y quedan al alcance de las personas que pueden pagarlos, los demás, estamos abocados, si triunfan las iniciativas de personas como el señor Navarro, a conocer, efectivamente, que la lechuga mata, y a tener que comerla, porque la berenjena impoluta solo se sirve en casa del Marqués de Carabás. En lo que sí estoy de acuerdo, es en que hay que hacer algo. Y en que tendremos que acordar muchas cosas. Porque el mayor problema al que podemos enfrentarnos es saber que los obstáculos los planteamos nosotros mismos. Uno, está muy solo; dos, pueden coordinarse muy bien; tres, como la “inteligencia popular” sostiene, son multitud. Somos muchos e ingobernables. Pero, gracias, Navarro. Lo sabíamos y agradecemos que, mejor más pronto que tarde, alguien venga a recordarlo. Y no le falten razones. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona Microsoft Designer.
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