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Buenas noches nocturnas... El propósito de hoy consiste en situar de una manera lógica, en el contexto de este comunicado, a las hermanas Salazar, Toñi y Encarna - Azúcar Moreno artísticamente - y a quien hizo el número 16 entre los presidentes de los Estados Unidos de Norteamérica, Abraham Lincoln. A eso de las 11:30 de la noche de ayer, lunes, leí la palabra «tendencia» escrita en inglés, y decidí hacer una búsqueda al azar. Sin condicionantes. Lo primero que podría haber advertido era el significado de la palabra, ya que fue el término propiamente dicho lo que indiqué en la caja dispuesta para concretar lo que se pretenda. No obstante, el algoritmo, tal y como hacemos alusión a «un conjunto de instrucciones o reglas definidas y no ambiguas, ordenadas y finitas que permiten, típicamente, solucionar un problema, realizar un cómputo, procesar datos y llevar a cabo otras tareas o actividades», me llevó a la lista de tendencias de Google. Los tres primeros lugares de ese listado distinguían entre un partido de fútbol, las mencionadas hermanas artistas y a otra mujer, extraordinaria intérprete, fallecida, aunque yo no tuviera noticia de ello hasta hoy en la mañana: Roberta Flack. Lo del fútbol no me interesó. Sin embargo, atendí primero al dúo femenino. Tal vez lo hubiera hecho después con la solista, pero me faltó tiempo. Estas dos mujeres habían participado como invitadas en un espacio de la «fachosfera» que compite con el «divino y progresista programa de Broncano», llamado El Hormiguero. Están en plena promoción de sus asuntos musicales y dialogaron con el «malo malísimo» Pablo Motos. Esto lo supe al examinar una noticia publicada en el periódico digital «20 Minutos». En la información a la que me refiero, se cuenta que, estando en Argentina, quedaron atrapadas en un ascensor con medio equipo de rugby, eso dijeron, perteneciente a alguna formación local o de paso, compitiendo por esa zona. De esta experiencia, que aseguran fue intimidante, tomaron nota: desde entonces prefieren alojarse en la planta baja de los hoteles para evitar encontrarse con hombres fornidos durante una avería de los elevadores. Aquí hubiera finalizado todo, porque ninguna de mis neuronas de guardia estaba conectando con lo expuesto hasta ese instante, salvo porque tuve la ocurrencia de consultar una cosa con COPILOT. A resultas de mi interrogatorio, dejó escrito, en su casillero, lo siguiente: "Ley de Coincidencias Inesperadas en Ascensores (CIA). En cualquier lugar y momento, existe una alta probabilidad de que la ocupación del ascensor esté compuesta, al menos en un 40%, por un grupo de personas que, aunque generalmente no se encuentren juntas, comparten un objetivo o actividad común. Esta coincidencia se intensifica durante eventos de alta concurrencia como espectáculos, competiciones deportivas, conferencias o festivales. Artículo 1: Las personas relacionadas con el ámbito del entretenimiento (músicos, actores, artistas, etc.) tienen una mayor tendencia a experimentar encuentros fortuitos en ascensores debido a los variados horarios y lugares en los que se alojan. Artículo 2: Los equipos deportivos, por la naturaleza de sus actividades grupales y concentraciones, incrementan significativamente la probabilidad de encuentros inesperados con otros grupos en el mismo espacio reducido. Artículo 3: El factor sorpresa es un componente esencial de esta ley, y se manifiesta en la reacción espontánea de asombro, temor o risa por parte de los involucrados. Artículo 4: La Ley CIA se amplifica en hoteles con eventos especiales, donde la coincidencia de distintas agrupaciones aumenta exponencialmente". Por lo tanto, con el respaldo de ser una persona conocida o no, cabe que, por leyes sociales como la elaborada por la IA, ocurran las cosas que ocurren. De hecho, una persona sin notoriedad podría encontrarse con individuos afines a diferentes ámbitos o culturas, lo cual puede devenir en experiencias enriquecedoras. Por ejemplo, podría compartir un ascensor con un grupo de turistas, estudiantes de intercambio, o incluso con la brigada municipal para la categorización de recintos afectos a las sagradas instituciones tradicionales, cualquier día de visita en el bloque en el que ustedes residan con el fin de inspeccionar el estado de ánimo de toda la familia. Es por esto mismo que, a fuerza de convertir en usual lo inaudito, Abraham Lincoln, en 1863, durante la Guerra Civil en los Estados Unidos, asistió a una recepción en el Hotel Willard en Washington D. C., en la que coincidió con quien, tiempo después, sería su asesino: el actor John Wilkes Booth. En ese momento, cada uno era un desconocido para el otro y, sin embargo... O sea que, en un ascensor o en una esquina, puedes compartir espacio con un simpático admirador, con un vendedor de cupones de la ONCE o con el mensajero de la muerte. Que lo sepan. Me destoso.
https://es.wikipedia.org/wiki/Algoritmo
https://es.wikipedia.org/wiki/John_Wilkes_Booth?form=MG0AV3
La imagen aparece en:
https://www.history.swannanoavalleymuseum.org/robertaflack/
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