EULALIA
Buenas noches nocturnas... Eulalia es una palabra griega que significa "la que habla bien". Eulalia, por otra parte, es el nombre propio que reciben algunas personas. Pero también es un epónimo: se llama así a las "Miscanthus sinensis", una herbácea perenne que forma densas matas con rizomas subterráneos. Ahora lo sé. Leí el nombre ‘eulalia’ en un párrafo perteneciente a *Imposible decir adiós*, obra de la escritora Premio Nobel 2024, Han Kang. Después, porque dudaba de que la traductora del libro, Sunme Yoon, hubiera elegido esa voz como procedente para referirse a un vegetal sin poderosas razones, estuve investigando. Ya saben, en mi caso, una cuestión de resonancias. Llegué, por tanto, a Eulalia, Eulalia Delile: célebre ilustradora botánica que trabajó activamente en el arte de Venceslas Victor Jacquemont, hermana del naturalista Alire Raffeneau Delile. Eulalia, cuyos honores recibió esa planta a la que estuve refiriéndome… La “eulalia”, que en algunas partes de Norteamérica es considerada una planta invasora, podría decirse inexistente o, mejor, sin relevancia, hasta que, al margen de su denominación taxonómica, recibió la validación correspondiente al mandato bíblico: «Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las fieras salvajes y todos los pájaros del cielo, y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera». Porque las voces eruditas, muchas veces, son como el propio fuego de los dioses, ese que solo se puede encontrar en la morada de los mismos. Entonces, el compromiso de existencia al que me refiero, retribuido en la persona de la artista Eulalia, por cuanto es su mismo nombre el que se otorga a la gramínea que muchas otras personas debían haber observado antes, sucede del mismo modo que llegamos a ser conscientes de una determinada realidad. Por ejemplo, esa a la que tantas veces aludo cuando sostengo que no sabemos cuál es la calle por la que estamos caminando hasta que no hayamos alzado la vista con la idea de sobrepasar los tejados. A diario, muchas cosas están ante nosotros. Las frecuentamos o les damos uso sin reparar, en verdad, en aquello que las constituye. Y es así hasta que terceros, por escrupulosidad detallista, más o menos trascendente, o por razones de orden clasificatorio, obran de acuerdo a la eficacia y certifican, con un nombre, que aquello que pasaba sin pena ni gloria merece unos instantes de respeto. Es una manera de conducirse que denota, no solo consideración, sino gratitud. Agradecimiento al dar nombre, al detenernos para ver, examinando la variedad de objetivos a nuestro alcance. Y así, hacemos espacio para lo que antes era invisible, integrándolo en las comunidades de las que formamos parte. Es el recordatorio que nos indica la importancia de abundar en el gesto, en la disposición de observar con cuidado, de inscribir y conceder valor, con la idea de transformar lo mundano en algo digno de empeño. De modo que todo esto ha sido Eulalia, y "eulalia". Como Rosa y rosa, Camelia y camelia o Liz, Azalea, Anahí, Begoña, Flor, Gardenia, Dalia, Amaranta, Lila, Magnolia, Margarita, Melissa y Violeta, que también obran con mayúsculas y minúsculas. Mas, como en días anteriores, no me privo de recurrir a la poesía. Estas son las últimas palabras que traigo, de otra Eulalia. Eulalia Bernard Little, más conocida como Eulalia Bernard: escritora, poetisa, activista, política, diplomática y educadora costarricense, quien escribió: “Huelo a tabaco, caña y cacao / sin mí / no se hablaría de ingenios / ni del poder de los ingenios”. Desde la elementalidad demostrable, desde lo sencillo, que no simple, desde donde todo parte; como los árboles emergen de las raíces, hacia arriba, todo es crecimiento. Me destoso.
https://es.wikipedia.org/wiki/Eulalia
https://es.wikipedia.org/wiki/Eulalie_Delile
https://themirrorcollector.blogspot.com/2011/07/tatuaje-es-poesia.html
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