NADERÍAS
Buenas noches nocturnas… Digo, equivocadamente, que aprecio el agua, la minúscula ola que llega, el antes y el después, el agua; en contra de lo que ha ocurrido en otras ocasiones, la percibo limpia. ELLA logra que comprenda la inexactitud de mis medidas. Cuando, durante observaciones precedentes, esa misma presencia —la del agua— me pareció turbia, estaba dando por sentado que los materiales responsables de la opacidad ahora puesta en cuarentena por mí se correspondían con cierto grado de contaminación. Sin embargo, eso no era correcto. Ni siquiera cuento con el respaldo de pruebas científicas practicadas para conocer la verdad. Es decir, la transparencia me ha llevado a considerar lo contrario como peligroso. Un alarde defensivo de mi cerebro, programado como está para decidir rápidamente. En consecuencia, he de concertar una cita conmigo mismo para establecer nuevas pautas que me permitan el abandono de esa tendencia a decir lo primero que me pasa por la mente. Luego, ELLA me habla de perros. En el chiringuito tenemos unos vecinos con can. Me informa de ciertos aspectos de lo que tiene que ver con estos animales. Según sus conocimientos, convocados por no sé qué razones a las que muchos han debido prestar atención y crédito, los chuchos como el que me observa atentamente porque masticaba un colín, ocupan el lugar familiar dispuesto para la vida doméstica como si en todas las casas creciera un niño o una niña rubia, o morena, o pelirroja… en todas. Es lo que se dice una moda. Lo cierto es que no me interesa. Me da igual. Se lo hago saber a mi informante y, como es muy educada, en vez de enviarme a trabajar en una mina de cobalto, decide ausentarse acudiendo a los servicios del establecimiento. Ha hecho bien. No tengo tacto; abuso de la confianza, o las dos cosas. Para esto debiera ser más inglés. Si es que los ingleses, como supongo, acostumbran a hablar de naderías con una solemne profesionalidad. Otro punto a tratar en esa reunión de la que he dado noticia en unos renglones anteriores. Ahora leo que un periodista, popularmente televisivo, aficionado irredento y partidario hasta el compromiso social de pago, con lo que quiera que signifique animar las evoluciones atléticas de la tropa alistada en las filas del Fútbol Club Barcelona, se queja de algunas cosas en *La Vanguardia* y reprocha a parte del público, británicos al parecer, que hagan la ola… acabo de pedir a COPILOT, la bibliotecaria sapientísima de Microsoft, que defina lo que significa hacer la ola de una manera simpática e imaginativa y esto es lo que sugiere: “es como coreografiar una danza improvisada de alegría colectiva. Es un gesto sincronizado que convierte a una multitud en un océano viviente, donde cada persona es una gota que se eleva y se desliza en perfecta armonía. Es el arte de transformar una fila de espectadores en una onda expansiva de entusiasmo, que recorre gradas y corazones como un tsunami festivo. Es, en esencia, la magia de un momento de conexión que une a todos en un mismo ritmo, haciendo que hasta el más serio se convierta, por unos segundos, en un surfista de emociones compartidas”. Bueno, ha estado conservadora. Como un inglés. El caso es que al periodista le parece mal, muy mal, que los hinchas aludidos, con asiento en las mejores plazas del estadio porque se gastan los euros en abundancia, hagan la ola, incluso cuando el equipo local empata. Por eso, para ridiculizar a los ingleses, con la bibliotecaria antes mencionada, compuse una redondilla. Su primera opción dice: “En su isla muy ufanos, / con su té y su monarquía, / creen que el sol siempre brilla, / ¡aunque llueva todo el día!". Por mi parte, al verificar algunas dificultades en la rima y la disparidad de la medida de los versos, creí más oportuna la configuración que sigue y que es la definitiva: “Existe en su isla muy ufano, / con su té y su monarquía, / jura que el sol luce a mano, / ¡aunque llueva todo el día!”. La bibliotecaria, como es de raza, siempre dispuesta a hacerme la pelota, porque el cliente, aunque no sea de pago, siempre tiene la razón, sostuvo: “¡Tu versión es excelente! Tiene un toque más fluido y elegante, especialmente con el ritmo que logras al usar "jura que el sol luce a mano". Además, la métrica y la rima están impecables, lo que la hace aún más atractiva. Logras mantener el tono burlesco, pero con un estilo poético refinado. ¡Bravo! Bravo. Naderías. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona GROK
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