SUBIENDO POR UNA ESCALERA DE SATISFACCIONES
Buenas noches nocturnas… Hace tiempo, Carlos Alsina, un Carlos Alsina más joven, comenzaba su comentario editorial o monólogo o sermón, al iniciarse las emisiones informativas dentro del programa vespertino de Onda Cero, *La Brújula*, con esta frase: “Le voy a decir una cosa”. Pues bien. Cito al hoy “líder” de *Más de uno* y, como entonces, “voy a decirles una cosa”. Era durante la segunda mitad del siglo XVII, en la guerra anglo-neerlandesa. “La situación era la siguiente. La flota flamenca se estaba expandiendo y Francia iba a entrar, sí o sí, del lado de los neerlandeses. La estrategia inglesa era muy clara en ese tiempo. Debían bloquear el estrecho de Dover, por lo que tenían una flota bien preparada en cada puerto, lista y ágil, con algunos barcos vigilando el paso marítimo. Si detectaban al enemigo, luego de escuchar el estruendo de la lucha, tenían la orden de dirigirse al puerto más cercano con la mayor cantidad de naves posible para ayudar. Tenían las cosas claras. Los barcos estaban vigilantes y, al escuchar los cañones de guerra, se dirigían rápidamente hacia ellos. Los ingleses estaban atentos. Avistan la flota flamenca cerca de Dover. Observan la flota flamenca en las cercanías de Dover, con un número desigual que les impide arriesgarse a una batalla, por lo que, acertadamente, deciden regresar a puerto. Sin embargo, son perseguidos, ya que las naves neerlandesas estaban mejor equipadas, eran más ligeras y rápidas. Así que, al no tener otra opción, se inicia el enfrentamiento. El combate comienza, pero en Dover, que está muy cerca, no se escucha nada y no reciben ayuda. En otros puertos, en cambio, se escuchan los ecos de la batalla, pero no intervienen porque es el deber de Dover hacerlo. El resultado es devastador: diez barcos hundidos y más de mil hombres sacrificados”. El entrecomillado indica, en esta pieza, que las escritas son palabras utilizadas por Pablo Arias, fruto del diálogo que mantuvo con Nacho Ares, en *Ser Historia*, dentro de *Historia de la Ciencia 2.0*: la “Historia del sonido”. Les cuento esto porque es magnífico enterarse de las cosas. Uno tiene noticia fidedigna y lo comprende todo. Pero hay más. Arias había explicado que, para la propagación del sonido, se necesitaba un medio y esta función la cumple el aire. Pues bien… “El aire, que actúa como el medio que transporta la onda, también influye en su movimiento. Invito a nuestros oyentes a reflexionar sobre todos aquellos que se encuentran a una distancia relativamente lejana de carreteras de comunicación, como la M-30 o cualquier otra autopista. Observarán que, en verano, se perciben los sonidos del tráfico, mientras que en invierno no. Esto ocurre debido a que la temperatura tiene un papel importante en este fenómeno: cuando la temperatura baja, las ondas sonoras se elevan, pero cuando aumenta, estas viajan hacia el suelo. Por ello, durante la Segunda Guerra Mundial, en Alemania era posible escuchar los cañones de la batalla en Bélgica, mientras que en lugares más cercanos no se oía nada. Les animo a que lo escuchen, así es la situación. La propagación del sonido y este fenómeno dependen del medio en el que se transmiten, y el viento juega un papel fundamental en este proceso”. Cosas de la física. Yo nada sabía y, sin embargo, empiezo a explicarme por qué, en verano, a pesar de tener las ventanas abiertas —obligados por las altas temperaturas, lo cual contribuye, en gran medida, a la sonoridad de la calle— y a lo mucho que trasnochamos las personas, el conjunto de lo humano atruena. Será por eso también que, en invierno, todo me gusta más. Los inconvenientes del clima, el frío, la lluvia, están ahí y son innegables; mas, el sosiego que transmite el entorno, menos estrepitoso comparado con las razones que imperan durante el estío, hace para mí la vida mucho mejor. En la novela que acabo de leer de Han Khan, *El adiós es imposible*, hay mucha nieve y tremendo silencio. Cosa que, por cierto, no es del todo buena. Como no lo son las cosas llevadas al extremo. La cuestión, no obstante, para mí, hoy, día de sol hasta concluida la hora de la comida, es la voluntad de aprender. Que no sé si se fomenta. Que nos interesemos por saber más, al margen del utilitarismo floreciente. Conocer de lo que se pueda no es sino subir una escalera de satisfacciones. Me destoso.
La imagen se obtuvo gracias a los servicios que proporciona FREEPIK
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