EPIMETEO
Buenas noches nocturnas… De una fábula cuyo autor fue Félix Samaniego, hago el siguiente traslado en prosa: un asno se disfraza de león. Deambula por el territorio, tras haber conseguido una piel de una de esas bestias, tal vez caída por edad o por exigencias de la naturaleza durante alguno de sus arrebatos catastróficos. El asno disfruta asustando, imponiendo, haciendo que todos se aparten a su paso, hasta no dejar a la vista un solo ejemplar de cualquier otro ser. Sin embargo, seguramente porque se emociona —y sabemos que esto sucede, tal y como lo contó Carlos Hipólito al representar “Burro” en numerosos escenarios españoles—, el rucio triunfante rebuzna y se descubre todo. Bueno, la verdad es que, antes de este desliz del jumento, un molinero, atento a los detalles, advirtió "la punta de una oreja" perteneciente a la auténtica anatomía del animal. Entonces lo cose a garrotazos, lo prende y da noticia del engaño. Claro, como se tiene por majaderos a los pollinos, el asno aparece en el relato como un tonto útil. Algo parecido, según algunas interpretaciones, a una víctima; un papel similar al que desempeña Judas en la llamada Pasión de Cristo. Sin Judas, no hay delación ni captura. No hay, por tanto, crucifixión, muerte y resurrección. El malo, el tonto, hace posible la historia. Siempre necesitamos un agente de este rango, colocado en medio de la corriente narrativa, para que los engranajes de la ficción den lugar a la máquina. Es la argolla que se rompe para propiciar la irrupción de todas las desgracias y el arbitraje posterior de tales infortunios. Ahí está, en la balda de la mitología, Epimeteo: un titán, hermano de Prometeo y esposo de Pandora, la mujer creada por los dioses para vengarse de la humanidad. Un tipo de cuidado, cuya relevancia se comprenderá más conforme progrese esta narración. Epimeteo se presenta, generalmente, como un personaje ingenuo e impulsivo, proclive a valorar las consecuencias de sus actos solo después de haberlos llevado a cabo. Su nombre, de hecho, se asocia con este significado: “el que piensa después”. Y yo me acuerdo de aquel eslogan de Les Luthiers en la memorable pieza llamada “La Tanda”: “El que piensa, pierde”. Muchos años han pasado, y funciona como si acabara de salir del horno. El caso es que este Epimeteo hace oídos sordos a las advertencias de su hermano y acepta a la mujer que, además, trae una caja de regalo de parte de los residentes en el Olimpo. En esta caja, como se nos ha contado, aguardan todos los males y perjuicios de este mundo, y, por si pensaran en algo concreto, o en alguien, pueden poner los nombres propios que deseen. La caja será abierta por la enviada a imagen y semejanza de los deseos divinos, y de ella- de la caja- saldrán todas las calamidades, menos la esperanza. La esperanza, que no sé muy bien qué pinta entre esa banda de martirios. Pero bueno, la esperanza. Como contrapeso, pongámoslo así. No queda claro. Al menos, no para mí. Sea como fuere, sin Epimeteo no hay mujer, no hay caja, no hay fuga de infortunios. Otro tonto útil. No obstante, he solicitado a la IA de guardia que haga de abogada defensora de este personaje, y la máquina ha dejado escrito lo siguiente: “Epimeteo no actuó desde la malicia ni el egoísmo. Al repartir dones entre las criaturas vivientes, lo hizo con generosidad y dedicación, buscando dotar a cada ser con las herramientas necesarias para sobrevivir. Su error de cálculo —olvidar reservar un regalo para la humanidad— no fue producto de desprecio hacia los humanos, sino de su naturaleza impulsiva y desprevenida. En este sentido, Epimeteo refleja la tendencia humana a cometer errores, incluso cuando las intenciones son puras. Muchos lo critican por ignorar las advertencias de Prometeo y aceptar a Pandora, pero ¿no sería posible que su decisión estuviera guiada por la confianza en los dioses o, incluso, por el deseo de encontrar compañía en un mundo solitario? Si consideramos que Pandora fue presentada como un regalo divino, Epimeteo podría haber creído que rechazarla era ir en contra del Olimpo. Su aceptación de Pandora revela no solo su capacidad de ser seducido, sino también su humanidad en cuanto al deseo de conexión y comunidad.” En definitiva, una vez “escuchado” al abogado defensor, vemos que los personajes de la historia del mundo, parte de lo necio, pueden ser, sin embargo, imprescindibles. Me destoso.
https://albalearning.com/audiolibros/samaniego/f1-5-05asnovestido.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Epimeteo
La imagen es una reproducción de la obra de Hermann Julius Schlösser, Prometeo y Epitemeo ante Pandora observados por Hermes, que aparece en…
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