LAS IGNORANCIAS DEL LUNES
Buenas noches nocturnas… Hoy, cuando una de las primeras noticias del día ha sido la del fallecimiento del escritor Mario Vargas Llosa, a los 89 años de edad, compruebo que el periodista Luis María Anson, todavía en activo, tiene 91 años. En ningún caso me hubiera interesado por las edades de tan ilustres personalidades, si no fuera porque la noticia de la muerte del uno vino con el añadido de ese registro, y este pormenor, por ser personas de las que servidor tiene referencias desde siempre, hizo que me interesara por la longevidad del segundo. Y no es que los vincule naturalmente. Es por examinar la prensa y mantenerme informado que conozco, en este lunes, asuntos relacionados con los dos, por motivos bien dispares. Al exdirector “legendario” de ABC lo traigo a esta escritura porque en El Cultural, la revista ahora adjunta al diario El Español, reflexiona acerca de los contenidos y las formas expresivas del poeta Javier Velaza, a propósito del último libro del autor: *Las Ignorancias*. Anson empieza el artículo al que me acabo de referir con estas palabras: “A Platón le costó hablar con Gorgias. Sus diálogos se encienden entre el temor y el temblor. Gorgias vivió tal vez 108 años y engrandeció la filosofía sofista. Discípulo de Empédocles y de Tisias, se familiarizó con el pensamiento de Parménides y Zenón de Elea hasta desarrollar el entendimiento de la vida, a través de la retórica, en su ensayo *Sobre la naturaleza o Sobre el no-ser*. Para Gorgias nada existe y si algo existiera sería incognoscible. Aún más: si algo existiera y fuera cognoscible, sería incomunicable”. Luego, tras una serie de consideraciones más, sostiene: “Regresa enseguida el poeta a la idea liminar de Gorgias y piensa que no hay más que una sola noche insomne, porque al hombre solo se le otorgó una ciencia: la de saber una cosa, que no sabe nada, que no sabrá nada, que no es posible saber. O sea, que por más que creamos que lo hemos sabido todo, que, al menos, hemos estado en contacto con lo fundamental de lo que nos toca, a fin de asimilarlo como ciencia y, si es el caso, hacerlo retornar con maestría, permanecemos en constante estado de aprendizaje y deberíamos incorporar a nuestro imaginario la evidente realidad: nunca superaremos esa fase… Esto me parece admisible tras haber contemplado al alcalde de la ciudad en la que resido, dentro de la cesta de un globo aerostático, “cautivo”, según ella, quien se ha apresurado a complementar la noticia a la que este reportero ocasional, en cuanto a lo que dentro de nuestra relación se refiere, daba carácter de exclusiva. Una broma, lo del alcalde por los aires, de esa misma realidad tan a menudo distinta de lo que creemos pueda ser. Por lo visto, se trataba de promocionar un servicio recreativo turístico para observar la ciudad desde posiciones elevadas, cual solo es posible en el caso de residir en edificios muy altos, o disponer de ojos electrónicos asegurados sobre un ingenio volador. Llegan los visitantes a este territorio y se harán eco de la posibilidad dicha, cosa que se espera redunde en el gusto de terceros por acudir y gastarse toda la plata que tengan: al fin, el objetivo principal de estos asuntos de comercio. ¿Es necesario que el regidor de esta plaza obre como conejillo de indias? ¿Tiene que estar en todas las salsas? ¡Es el populismo, amigos! Otra vez la demostración de que nada es para tanto y si lo es, resulta inexplicable. Puede que estemos en esa situación. Puede que las cosas nos resulten extrañas porque tampoco nos estamos esforzando en hacerlas comprensibles. Que no será fácil y, por otra parte, hay que decidir cuáles son, entre todas las ocurrencias de nuestros días, las verdaderamente necesarias. Es lo que hay. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona FREEPIK
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