MIRANDO ATRÁS PORQUE NO HAY OTRA
Buenas noches nocturnas… Si no recuerdo mal, durante un episodio de los Simpsons, el dueño de la central atómica de producción energética, el señor Burns, decide comprar todos los medios de comunicación de la ciudad a fin de modificar interesadamente lo que se dice de él. Sin embargo, encuentra una enemiga: la pequeña Lisa. Lisa Simpson. Ella imprime su propio periódico y el multimillonario contraataca interrumpiendo el suministro de luz eléctrica por completo. Todo parece perdido, aunque no tanto: un inesperado auxilio llega en la persona del director de la escuela primaria. Skinner acude con ella a un almacén en el que se encuentra depositado un “mimeógrafo” o “ciclostil”. Con esta máquina puede seguir imprimiendo su hoja informativa, sin depender de las ventajas tecnológicas actuales, por otra parte, siempre atadas a servidumbres originadas en la exclusividad de las fuentes. Es en lo que estuve pensando, tras recobrar la operatividad completa de mis sentidos, no porque sufriera ninguna incapacitación, sino, como ustedes conocerán si son lectores originarios o visitantes de la península ibérica, por el apagón de ayer. No nos dejó sin ojos, no nos dejó sin vista, pero el retorno al pasado resultó traumático, como cuando desde el resplandor, aun de lo cotidiano, se ingresa en el pozo más oscuro. De hecho, hasta vimos cosas que habitualmente quedan ocultas por las necesidades de la seguridad y del comercio: raramente, en las ciudades, se ven las estrellas. Que no quiere decir que los que estuvieron atrapados en los trenes o los que pudieron escapar de ellos se felicitaran por contemplar los astros a lo lejos… a buenas horas, felicidad. Digo que son ventajas, son consecuciones, mejor, logradas a partir de contingencias distintas a estas a las que hago mención. Sea como fuere, cuestiones políticas aparte, con la lección aprendida acerca de lo que nos puede esperar en el futuro, pues es errado confiar en las autoridades —y no se diga que llamo a la revolución porque no es eso— si no la habíamos aprendido ya, toca reunir esas cosas que se nos propusieron, u otras, para la elemental supervivencia y luego, que Dios reparta suerte. Y haremos bien en regresar al pasado, si es que es posible. No porque repudiemos lo que vivimos día a día, todo lo contrario. Es admisible decir que nunca estuvimos tan bien. Mas, paradójicamente, somos frágiles, crecemos en vulnerabilidad. Estamos sujetos a un par de cosas y, cuando esos supuestos de uso diario, elementales conforme a los materiales que conseguimos, fallan, se nos cae hasta el alma, en el caso de que fuera un ente fácil de medir. Pendemos de un hilo, queda claro, y no sabemos por dónde se va a romper esa fina cuerda. Así pues, mantengámonos en contacto con lo que fuimos, con lo que fueron otros. Los que nos precedieron durante distintas generaciones. Es mucho mejor, más adecuado, conectar con otras formas, por menos eficaces que las actuales, que puedan ser. Para el fuego, las cerillas y el pedernal. No sea que se nos prive de la corriente eléctrica, como acaba de suceder y gracias a lo cual sabemos que tal cosa es una realidad en cualquier momento reeditable, y nos quedemos con una expresión entre desordenada y merecedora de limosna. Cuenten también y tengan presente que, a la hora de padecer las adversidades del desamparo, apenas si hay un colchón para dormir, en el caso de algunos: la mayoría sobre el duro suelo. “Plan B” por parte de las autoridades, ninguno. Improvisando en la confianza de que la probidad de los servidores públicos y el espíritu generoso de parte de la gente obre a favor. Eso es lo que hay hoy y, a las horas en las que se redactan estas palabras, todavía con energías. Me destoso.
https://www.youtube.com/watch?v=QbbDcgyhElE&t=108s
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona ChatGPT
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