A TIEMPO DE CORRER
Buenas noches nocturnas… Por razones laborales, sobre todo, aunque, cuando todo esto comenzó, desaparecieran al poco, debía utilizar el transporte público. Un empeño realizado a deshoras. No es que acudiera a las estaciones cuando carecían de servicio, sino que llegaba tarde. Como consecuencia, fue despedido y, aun así, siempre que tenía que tomar un tren, por ejemplo, a semejanza de esos velocistas que tantas veces había contemplado durante las retransmisiones deportivas que frecuentaba, **"¡Pies, para qué os quiero!",** o patas, como los trotones en la pista. A partir de su nueva situación, todavía tranquilo porque disponía de un margen asistencial, se prometió revolver la acomodaticia estructura de sus hábitos. Un pensamiento que recordaba al levantarse, no demasiado temprano, y, con la misma premura, fue achicándose hasta desaparecer. No obstante, llegó una fecha cuya localización ahora importa poco. Muchas veces, a efectos de catalogación, saber el momento exacto resulta útil, pero, ¿qué más da? El caso no pierde interés. Porque, durante una de esas infructuosas galopadas, comprendió la relación que existía entre deseo y gloria: para no llegar con retraso nunca más, convenía forzarse a lo que, precisamente, estaba torturándole. Correr era el secreto. Correr para desafiar las leyes del tiempo. Correr para llegar antes. Así que se propuso valerse de su propia condición, esa desidia orgánica que lo llevaba a apurar tanto las cosas como para atreverse a cualquier gesto dinámico cuando empezaba a resultar estéril. Se empeñó en abordar sus asuntos con tanto retraso que, prácticamente, vivía a la carrera. Y actuó así por elemental convencimiento. Solo necesitaba obtener una velocidad suficiente como para que los vehículos comprometidos hubieran de progresar con exigente aceleración para alcanzarle allá donde estuviera. En sueños y durante algún delirio experimentado viendo la televisión, encontró las especificaciones obvias para establecer los requisitos atléticos imprescindibles, propios de un fenómeno cuántico del que habría podido disertar en el caso de conocer aquello que constituía la base de su nueva religión. Cada sprint desesperado hacia el autobús o el tren era, en su mente, un experimento científico: "¿Cuál es la velocidad mínima requerida para que la realidad observable se doble a mi favor?", decía. "¿Habrá un umbral en el que el universo entienda mi esfuerzo y detenga los relojes por incapacidad?". Y, aunque los físicos pudieran poner objeciones a su teoría, él no iba a desistir. Más aún, imaginaba que, en alguna ocasión, su entrenamiento tendría consecuencias. En alguna ocasión, la velocidad de la luz. En ese momento: la puntualidad, los viajes en el tiempo, tal vez retroceder para entrevistarse con su “yo” anterior y decirle: “Sal antes de casa, no hace falta poner a prueba la estructura misma de la realidad”. No hace falta. No hace falta. Pero, mientras, corre. Corre, corre y sigue corriendo. La física sigue impertérrita, negando toda posibilidad a su empeño. Pero ahora es un antílope, un pura sangre, un galgo. No hay distancia que se le resista. No hay caso, sea velocidad o resistencia. Todo está a su alcance, pero no ha querido abandonar los andenes. Son su compromiso diario. De hecho, en muchas ocasiones, antes de que un convoy se aleje, ya fuera del alcance de la plataforma por la que caminan los viajeros antes de subirse a la circulación que corresponda, ha cubierto, en toda su longitud, esa distancia catorce veces. Es un portento. Es un fenómeno. Las autoridades lo toleran. Las televisiones lo aman. Los curiosos hace tiempo que lo olvidaron, y en las redes sociales carece de sitio porque los memes tampoco son eternos. No ha sabido responder a la pregunta que más le han hecho: —¿Cuándo terminará este recorrido? No obstante, cada día que pasa está más cercano a decir lo que no podría ocultar a los ojos de Dios o del diablo. Como dicen o decían en las bodas: **“Hasta que la muerte nos separe.”**. Me destoso.
La imagen es obra de H. Armstrong Roberts y aparece en:
https://x.com/Joshuacagose/status/1926880994193195269
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