ABADA
Buenas noches nocturnas… Lo último que recuerdo antes de quedarme dormido anoche fue tararear alguna melodía de Queen, el grupo de rock, emulando a su líder, ya fallecido, Freddie Mercury; en realidad, Farrokh Bulsara, nacido en Zanzíbar, de ascendencia parsi. Todo porque, antes de esto, estuve escuchando la emisión del programa literario, en pódcast, Un libro, una hora, producido por la Cadena SER, en el que se ofrecía una versión de la obra de Verne, La vuelta al mundo en 80 días. Conectaba con el periplo por la selva de la India, a lomos de un elefante, Kiouni, que Phileas Fogg, el protagonista, contrató, amén de a un conductor perteneciente al mismo grupo etnorreligioso del subcontinente indio cuya fe era el zoroastrismo, del que procedían los padres del ilustre músico. Los parsies, por cierto, tienen una historia que se remonta a la migración de persas zoroastrianos que huyeron de Irán tras la conquista musulmana en el siglo VII, buscando refugio en la región de Guyarat. Tuvieron, y tal vez tengan todavía, un impacto significativo en la India, destacando en áreas como el comercio, la ciencia y la industria y, durante el dominio británico, prosperaron como una clase mercantil influyente. También han contribuido al desarrollo de instituciones educativas y culturales, como el Instituto Tata de Ciencias Sociales y el Centro Nacional de Artes Escénicas… Pero luego, luego, tuve un sueño. Desconozco por qué circunstancias me encontraba en una isla deshabitada frente a las costas del mar Rojo. Observé sin ser visto, también sin que pueda explicar los detalles de tamaña habilidad, a un parsi. Sé que lo era por haber cotejado las particularidades de su apariencia y evoluciones con los datos que se precisan para poder sostener lo que digo. El caso es que aquel hombre se dispuso a cocinar un pastel. Tenía todos los ingredientes necesarios y un hornillo. Muy importante esto del hornillo. Tal vez fuera a celebrar algo o se tratase solo de gula. La pieza, al final, medía medio metro de ancho y un metro de alto… y, ni en las cercanías, ni en el punto más remoto, se hubiera podido localizar a otros posibles comensales. ¿No? Pues, de la espesura de la vegetación, salió un rinoceronte. Sí. Un imponente rinoceronte de piel ajustadísima, como esos monos que suelen vestir los atletas en ocasiones: lisa superficie de aspecto lozano y brillante. El parsi, a la vista de la bestia, se retiró a un lugar seguro y, desde allí, comprobó cómo su magnífico bizcocho era zampado por el herbívoro. Asuntos propios de los sueños. Por eso, a nadie ha de extrañar si me apresuro con el relato de lo que vino después. El parsi no se tomó a bien la irrupción de un invitado que ni siquiera tuvo el detalle de presentarse. Tanto es así que, calculando la posibilidad de que tal cosa pudiera repetirse, ideó su venganza. Se sabe que, en ocasiones, los rinocerontes en ese territorio acuden a bañarse y, cuando lo hacen, como estiman mucho su piel, se desvisten y la dejan sobre la arena. Pues bien, el parsi esperó a que ocurriera lo que acabo de mencionar y, mientras el rinoceronte estaba a remojo, espolvoreó sobre la piel del unicornio—porque, al ser indio, tenía un solo cuerno—migajas y cortezas de uno de sus pasteles más resecos. Cuando el complacido animal, al regreso de su cita con las sirenas, se enfundó en el hermoso cuero, por el que tantas veces había sido felicitado, comenzó a sentir infinitas molestias. Registró en distintas partes de su anatomía, punzadas inadmisibles, un prurito olímpico, y una desazón creciente. El enojo y la angustia lo empujaron hacia los árboles, contra los que se estuvo restregando cual si no hubiera un mañana, y el remedio en esta ocasión, como dice el refranero, fue peor que la enfermedad… Desde entonces, los rinocerontes, con uno o con dos cuernos, tienen la piel gruesa y muy arrugada, y recuerdan que no deben comerse los pasteles ajenos sin antes haber solicitado permiso. Fue cuando finalizó mi sueño. Mi extraña vivencia. Más tarde, como sospechaba, me di cuenta de que esto lo había contado Rudyard Kipling en "Así fue como al rinoceronte se le arrugó la piel", de forma que, si existiesen reproches al comparar narración con narración, acredito mi culpa ahora. Porque, ya no cabe duda, había leído el cuento. No era una revelación, una aventura insospechada, sino un eco, una resonancia: la vibración de algo todavía alojado en mí. Por otra parte, espero que se instale entre lo mío, la facultad de recordar una palabra, ya en desuso, que sirvió para referirse a estas soberbias criaturas. Me refiero al término *"abada". Es una voz cuyo origen está en el malayo "badaq", modo de aludir a los rinocerontes de Java y de Sumatra. Se empezó a utilizar en España por contacto: los navegantes portugueses la adaptaron pronunciando "bada". Luego, en el idioma de los lusos, el artículo femenino "a" se fusionó con la palabra a la que precedía y, de esta manera, se incorporó a nuestro idioma. Pues, ni tan mal. Me destoso.
https://es.wikipedia.org/wiki/Freddie_Mercury
https://cadenaser.com/nacional/2025/02/09/la-vuelta-al-mundo-en-80-dias-una-de-las-novelas-mas-ligeras-de-julio-verne-cadena-ser/
https://la-respuesta.com/blog/quien-es-kiuni-en-el-libro-la-vuelta-al-mundo-en-80-dias/
https://es.wikipedia.org/wiki/Parsi
https://www.martesdecuento.com/2019/07/16/asi-fue-como-al-rinoceronte-se-le-arrugo-la-piel/
https://dle.rae.es/abada
https://www.elcastellano.org/envios/2024-12-19-000000
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona ARIA
Selección gráfica del día...
EL ROTO en El País 7 de mayo de 2025
JM NIETO en ABC 7 de mayo de 2025
LUIS DAVILA en X 7 de mayo de 2025
Selección de contenidos...
Primera:
Libni Casher y Flores de Mayo | Under the Canopy in a Forest of Sound
En el Canal Global Sound Concerts
https://www.youtube.com/watch?v=D86b5RQ5fwc
Segunda:
EL VIAJE - Conchita con la Orquesta Sinfónica de España
En el Canal Orquesta Sinfónica de España
https://www.youtube.com/watch?v=1Za673FVEwQ
Tercera:
ZAZ - Sains et saufs (Clip officiel)
En el Canal ZAZ
https://www.youtube.com/watch?v=LojwdAWTNzw
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