ALAS BLANCAS SOBRE UN MAR SIN JABALÍES
Buenas noches nocturnas… He visto mariposas blancas. Si atendiera a creencias atávicas que vinculan su aparición con supuestos augurios de pureza, transformación y protección espiritual, debería estar meditando. Algunas interpretaciones sostienen que las mariposas blancas son mensajeras de los ángeles o de seres queridos que fallecieron. En la tradición china, por ejemplo, se cree que representan el alma de una persona que ha muerto. En Irlanda, durante el siglo XVII, se pensaba que eran las almas de los niños que perdieron la vida, por lo que no debían ser dañadas. En algunas culturas nativas americanas, se dice que aparecen cuando los hombres duermen, trayendo sueños. Para los supersticiosos, si la primera mariposa que ven en el año es blanca, significa que tendrán suerte durante todo ese periodo. De la más común de estos insectos he sabido alguna cosa, porque si el espécimen creyera que su sola presencia es suficiente para obrar el milagro del conocimiento, erraría. Sin embargo, también nos ha facultado la providencia para investigar. La mariposa blanca más común es la *Pieris rapae*, conocida también como blanca de la col. Es una especie extendida en diversas partes del mundo, especialmente en Europa, América del Norte y Asia. Su color característico se complementa con pequeñas manchas negras en las alas, más visibles en las hembras. Debo suponer, entonces, que el ejemplar aparecido ante mis ojos era macho. Como fuere, esta mariposa habita principalmente en áreas agrícolas, praderas y jardines, y su ciclo de vida incluye las etapas de huevo, larva, crisálida y adulto. Sus orugas se alimentan de plantas crucíferas como el repollo, lo que ha llevado a que sea considerada una plaga en cultivos agrícolas. No obstante, cumple un papel ecológico importante como polinizador y como parte de la cadena alimenticia en el ecosistema. Mariposas blancas. Este es el día. Un día de sol a pleno rendimiento, porque, al no ser verano, aumenta la oportunidad de prepararse para los llamados rigores del estío, en cuanto las fechas hagan irremisible la contundencia del clima. Día de mariposas y de mar. Esto ha sido. Madrugar para ocupar plaza en el chiringuito, evitando agobios. Una idea que han tenido otros, justo detrás de nosotros, pues alguien tenía que llegar primero. En definitiva, la anticipación es una posibilidad que cultivan muchos, aunque no tantos como en hora punta. Algo en lo que coinciden las mariposas y los atunes invisibles, o cualquier otra criatura marina residente en este mar nuestro, cuando nos hemos aproximado a la costa. Por lo menos, los requerimientos vocales resultan menos exigentes. La concurrencia origina un murmullo de fondo que debe superarse si se quiere comunicar con eficacia. Mi garganta, todavía inadecuadamente hidratada, lo agradece. La conversación, entre otros temas, gira en torno al apego que tienen los jóvenes de hoy a las comodidades que les proporciona la tutela familiar. Se sienten cómodos en casa. Es probable que tengan lo necesario—se sabe que no les falta nada, ya que en esta generalidad que planteo incluyo personas con notables economías— y que, afuera, experimenten o puedan hacerlo, perspectivas arriesgadas. Son conservadores. O eso me parece. Pero no los culpo. No apruebo ese encastillamiento, pero estimo coherente la configuración de vida que han adoptado. Prefiero, simplemente, hacer de observador. Para juicios, mejor los señores y señoras togados. Si todos aquellos a los que me refiero vieran mariposas blancas y atunes en la costa, quizá saludarían antes de regresar al ensimismamiento de sus asuntos. Como hacemos todos. Al final, siguen sus propios caminos. Ya determinarán si se aprovisionaron de lo necesario, si escogieron una buena ruta y si lograron derrotar al dragón que les salga al paso, porque siempre aparecen dragones. O jabalíes. Mucha fauna para un viernes. Me destoso.
La imagen se obtuvo gracias a los servicios que proporciona COPILOT.
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