ESPECIALISTAS EN UNO MISMO
Buenas noches nocturnas… Durante una entrevista que escuché antes del medio día, el escritor Enrique Vila-Matas hizo una referencia al paso del tiempo: señaló que cincuenta años son, como quien dice, medio siglo. Es una obviedad en tono de broma, claro; propia, sin embargo, de personas que se presentan ante los demás con el objetivo de comunicar grandes ideas, aunque lo que realmente pueden ofrecer no es otra cosa que lo que ya se sabe. El autor barcelonés no aludía a estas contingencias en el diálogo al que me refiero, pero lo traigo aquí para sumarme al impulso de las cosas. El tiempo pasa, y todo lo que sucede durante las edades en las que podemos protagonizar algo, acontece a gran velocidad. Sí, todo cambia. Algunas actividades laborales desaparecen, otras se transforman, y surgen nuevas que, muy pronto, también estarán en riesgo de caer en desuso. Una rama para la que ya se está solicitando personal es la de los servicios dedicados a los encargos ejecutivos. Más concretamente, la sustitución en operaciones rutinarias y, sobre todo, la reacción que, como propiedad comunicativa, tienen estos actos. Por ejemplo, imaginen que reciben un regalo. Deciden compartir el momento de desempaquetarlo y descubrir el contenido con otras personas, no necesariamente a su lado en esos instantes. Además, usted es una persona forjada laboralmente en la asunción de un personaje público que rentabiliza su imagen según unos valores de mercado muy concretos. Entonces, entra en contacto con un profesional especializado en esta materia y es esta persona quien, frente a las cámaras, desempeña toda la labor de acuerdo con lo que se espera de su genuina presencia: de la de usted. Es algo a lo que recurren, cada vez más, colectivos del mundo de los famosos y demás estrellas, al valorar una carencia en habilidades expresivas: la conexión con su público no admite disonancias. Por ello, se buscan individuos que se asemejen físicamente al titular de una identidad reconocida, formados en técnicas de comunicación, danza y teatro, capaces de desempeñar las labores que se requieran, tanto en una firma de libros como en oportunidades de tránsito por las alfombras rojas de la gloria. Actualmente, hay mucha demanda en este campo y se pueden citar áreas de trabajo como aquellas que requieren expertos en reaccionar a noticias inesperadas—tanto positivas como adversas—, en la cata de productos novedosos (especialmente preparaciones con sabores extremadamente contradictorios), encuentros fortuitos, percepción de aromas, sugerencias musicales y otras manifestaciones sonoras, o contactos físicos infrecuentes. Y muchas otras que figuran en la lista de un documento de doscientas páginas que aún no se considera concluido. Sea como fuere, una vez establecidos los modelos comerciales más destacados, los consumidores de todo el mundo apuestan ya por esta división de servicios. Aunque todavía está fuera del alcance de algunos bolsillos por su coste, muy pronto—será por dinero—, debido a la fuerza de la oferta, se abaratarán y serán comunes en cada casa— en propiedad o en alquiler— de los ciudadanos que se consideran parte de la vanguardia de las inquietudes del mundo. Pronto se podrá ver a ese familiar que ustedes dicen que se parece tanto a la tía Rita, “la cantaora”, entonando coplas de agradecimiento cuando se celebran los cumpleaños del clan. De hecho, la felicitación podría realizarse con vestimenta y maquillaje similares a los de la persona homenajeada, a fin de que ciertos intereses se vean correspondidos y tengan respuesta. Así, se liberaría a quienes organizan la celebración de la carga que supone atender a los numerosos compromisos sociales que exige la vida moderna. Es una tendencia imparable. De hecho, renombradas academias de arte dramático y escuelas de interpretación están lanzando cursos que, una vez finalizados, acreditarán la valía de jóvenes talentos. Probablemente, sin sitio en los espectáculos tradicionales—porque son muchos los aspirantes y demasiado pocos los que logran imponerse en una convocatoria para pruebas, siquiera como presentadores televisivos—, podrán contraer este tipo de responsabilidades. Deben estar atentos a sus servicios de información favoritos porque las oportunidades llegan a la misma velocidad con la que desaparecen, y todas parecen desplazarse con la rapidez y la puntualidad de los ferrocarriles extranjeros. Quedan advertidos. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona IDEOGRAM
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