ASOMBRO
Buenas noches nocturnas… En la web de la editorial PocketBook figura escrito: Silvia Grijalba (Madrid, 1967) es una periodista, escritora y gestora cultural española, en especial en el ámbito de la música. Fue galardonada con el Premio Fernando Lara de Novela en su edición de 2011. Desde 2020 dirige el Instituto Cervantes de Albuquerque y anteriormente dirigió los institutos Cervantes de El Cairo y Alejandría. En *Zenda*, fue entrevistada por Jesús Fernández Úbeda con motivo de la publicación de su libro —el de Grijalba— *Aquellas noches eternas*. En la pieza aludida, tras la pregunta “¿Echa de menos disparar desde la trinchera periodística?”, la autora madrileña responde: “La verdad es que sí. Lo noto mucho en Albuquerque. De pronto, me meto en sitios en los que, si no fuera periodista, no me metería. Por ejemplo, hace poco estuve en una feria de armas. Vas allí, das tu DNI, te dan el carné de armas y puedes comprar todo lo que quieras. Las armas no me interesan especialmente, pero dije: ‘Esto, ¿cómo será?’. A veces veo cosas y pienso: ‘Jo, cómo me gustaría hacer un reportaje de esto’. El periodismo es un sacerdocio, no se te pasa nunca”. O sea, la nostalgia y la curiosidad. ¿Dos fuerzas? No lo sé. Remiten a la acción, a intervenir en lo que sea, a explicar las cosas previo conocimiento de las mismas. Pienso en la rutina profesional convertida en mecanismo que tiene tanto de automatización como de placentero engranaje. Lo que algunos llaman vocación: “Inclinación a un estado, una profesión o una carrera”. El nombre de algo, por otra parte, difícil de definir. Digo. Porque ante una ventana pueden considerarse muchísimas variantes y, al fin, hay una ventana. La vocación es una experiencia emocional y, frente a ella, solo cabe la fe. Solo cabe la confianza. Alguien dice sentir vocación y no vale del todo aguardar a que sus actos refrenden lo prometido. No creo que exista un recetario capaz de establecer cuáles son los ingredientes y cómo han de combinarse para obtener la esencia misma de ese producto. Las personas dicen que tienen vocación y, a nada que se conduzcan apasionadamente, concedemos que es así. Lo que ocurre es que no encuentro una prueba mejor. Tal vez los especialistas de la vida puedan dar un paso al frente y establecer lo que a mí no me alcanza. En todo caso, observamos la existencia, concedemos valor o ignoramos lo que llegamos a conocer. Hacemos. Actualmente, hacemos mucho. No podemos parar. Sobreviene, de lo contrario, una angustia tremenda. No lo digo porque sea mi caso, pero sí me parece un indicativo social al que cuesta resistirse o que se acepta sin más. Los porcentajes correspondientes a cada supuesto tampoco los tengo claros. Pero Dolores Albarracín, psicóloga argentina, catedrática en la Universidad de Pensilvania, con más de 30 años de residencia en Estados Unidos, ha recibido el “Premio Fronteras del Conocimiento”, en la categoría de Ciencias Sociales que concede la Fundación BBVA. Fue entrevistada para *El País* por Anatxu Zabalbeascoa. La periodista, durante un pasaje de ese diálogo, pregunta: “¿Los temas de investigación se deciden por cuestiones biográficas?” Y la platense responde: “Las experiencias te dan ideas para estudiar. Al llegar a Estados Unidos me sorprendió el nivel de actividad constante que tiene la gente, que organizaba cada hora en la agenda. Ese aprovechamiento del tiempo me hizo estudiar la acción y la inacción. En general, se percibe la acción como algo positivo. Si preguntas qué es mejor: apretar un botón o no, dirán mayoritariamente que apretarlo. Con frecuencia no hacer es mucho más difícil que hacer”. En correspondencia con lo que decía antes, al introducir la voz de esta profesional en el comunicado que están leyendo: la productividad. No solo desde el punto de vista de lo socioeconómico, sino desde la consecución personal y las dinámicas o el tráfico que obra a la hora de cotejar las experiencias con los propios y con los ajenos. En todo caso, otra vez la curiosidad. En el caso de la profesional sudamericana, en apariencia pasiva, sin acudir a los centros de la acción para tener por cierto el comportamiento del mundo. Y, en los dos casos, se produce, por último, el asombro. El asombro por lo que se hace, por cuándo se hace y por quién se hace. Nadie comprende en estos momentos si ese asombro, algún día, será o no historia. Me destoso.
https://elpais.com/eps/2025-06-14/dolores-albarracin-si-no-escuchas-no-tienes-riesgo-de-cambiar.html
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona ChatGPT.
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