DE AQUELLA PASIÓN, ESTAS CENIZAS
Buenas noches nocturnas… Desconocía que existiera la comercialización de pozos de fuego. De hecho, he tenido que hacer averiguaciones. Se trata de “una estructura, circular o cuadrada, que se arma en el jardín y que permite satisfacer la vida al aire libre cuando las temperaturas son más bajas”. De todos modos, mi epifanía— trabajada— a este respecto tiene que ver más con encontrar los términos precisos. Pensaba en el control del fuego. En la costumbre de rodear una hoguera con piedras para acotar y ejercer un cierto dominio. Algo que viene de lejos. Del principio de los tiempos. Una idea, la de los materiales que arden, como metáfora de la pasión: capacidad de consumir y transformar, amén de incontrolables razones de naturaleza. Hay que someter al fuego, hay que rendir a las pasiones… A las personas que declaran sentir una determinada pasión se les pregunta si se imaginan la vida prescindiendo de aquello que los anima por encima de todo. Responden, comúnmente, que no. Tanta es la fuerza, los vínculos creados. Pero, la vida es mucha vida. Admite lo bueno y lo peor. Nunca se sabe. Por lo tanto, aunque no se desee, aunque no se conciba que puedan ocurrir desagradables contingencias, estas ocurren y, algunas de ellas, suponen el catastrófico final de lo que se esperaba “eterno”. Como fuere, vengo refiriéndome a las personas que experimentan su pasión, con intensidad volcánica, casi a tiempo completo. Otros, por ejemplo, las personas que protagonizan lo que se llama “fútbol de grada”, sin dejar de pertenecer al fuego, progresan durante partes de sus vidas, siendo apenas rescoldos. Es cuando hay competiciones, cuando asisten a los estadios, cuando entonan cánticos, cuando se mueven coordinadamente, cuando ondean banderas, cuando recriminan a los rivales o injurian a los árbitros, cuando ejercen la violencia directa en desafíos y peleas, cuando los militantes del fútbol de grada, arden como el horno más capaz. Completamente sobrepasados. Son un calor insostenible al margen de voluntades que logra arder sin gobierno. Mas, como a los primeros, si reciben la noticia de la clausura de aquello que los impulsa, ¿no acabarían por sucumbir? Esta forma de filiación, propia de la política, pero que, en sentido figurado, podríamos hacer extensible a lo concerniente a otros colectivos, alcanza, en ocasiones, el absurdo. Pasa con las familias, con los amigos, con las combinaciones humanas originadas en el amor y el sexo. Todos estos, ellos y nosotros, ante la presencia de algunos a quienes consideremos campeones, de entre los que forman parte de la sociedad a la que pertenecen, haremos inclinaciones de torso para tratar a los dichos como dioses. Olímpicos ejemplares, sostengo con audacia, de una habilidad, a nuestros ojos insólita y, objetivamente, tan destacada como la que desarrolla la pléyade de favoritos, en cualquier plaza: sin ir más lejos, los niños que saben escribir a la edad en la que se supone que los niños saben escribir. Loaremos la proeza. Proclamaremos la superioridad de esos gigantes del orbe. Sin duda, con extremado afecto. Para bien. Cegados. Poseídos por la pasión. Quemándonos en el círculo de piedras y más allá. En algunos casos, como si fuéramos nosotros mismos los artífices de ese triunfo. Y no lo ocultaré: soy poco partidario de la pasión. De la pasión sin estructuras que ayuden a dominarla. En caso contrario, sin ese principio de autoridad que reside en el mismo individuo y que solo a él afecta, genera problemas considerables. Es decir, la satisfacción por la perspectiva de cruzar de un lado a otro de una calle, a 25 metros de altura, sobre un alambre, sin protección ni auxilio de ningún tipo, puede ser estimulante para quien considera que no tiene nada que perder o confía tanto en sus habilidades como para establecer los contratiempos que se presenten, y referirse a ellos tratándolos de residuos inevitables. Lo admito. Y digo que no lo comparto. Nada más. El riesgo por el riesgo, el riesgo por el placer o por el placer del riesgo, no. No me estimula. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona ChatGPT.
Comments
Post a Comment