EL PRECIO JUSTO
Buenas noches nocturnas… Convendría exponer la necesidad de rearmarse antes de que empiece este verano que, como casi todos los anteriores, arranca con una demostración inequívoca de lo que son nuestras costumbres nacionales: la propensión a vivir entre la basura. Si no lo creen, echen un vistazo al estado de las playas tras ese acontecimiento cochino llamado Noche de San Juan. Como fuere, convendría exponer, digo, la necesidad de rearmarse… contra los mosquitos. Pedro Sánchez Castejón, en esto, permanece a salvo. No habrá exigencias de la OTAN para que aumente el presupuesto destinado a la defensa— y el ataque— no habrá intercambio de comunicados triunfales y parcialmente comprometidos en sentido opuesto, ni habrá demandas de parte los socios a ver quién consigue mayores réditos. Un descanso, oiga. Para él y para nosotros. Pero el asunto de los mosquitos nos concierne a todos. A todos. Somos los destinatarios preferentes e inmediatos de sus tristes y dolorosas maniobras alimenticias. Hay que decir que, a ojos de un mosquito, somos indistintamente una vaca, una rata de sumidero o cualquier otra bestia. Y en el caso del roedor, si somos ratas, que lo somos, los argumentos no dejan lugar a dudas, si se tiene en cuenta el solaz festivo de los residentes en territorio hispano y de los visitantes. Anoche y siempre. Esa “virtud” es cotidiana. Mas, volvamos a los mosquitos. Por ejemplo: en el arsenal de soluciones tecnológicas de última generación, las raquetas eléctricas recargables garantizan la eficacia incluso en situaciones de escasa energía. El mosquito, ajeno a la diferencia entre juego y letalidad, se confía. Observa el aparato, lo subestima, y ahí cae. Oleadas enteras, neutralizadas. Y si a eso añadimos que se estiman a un precio de economato, la cobertura defensiva resulta rentable y con rápida amortización. Como, a pesar de este titán de la defensa, algunos mosquitos logran superar el escollo, cabe recurrir a utilidades más veteranas: los enchufes antimosquitos con pastillas o líquidos, de insuperable respuesta si se logra aislar a los malditos insectos en una estancia cerrada digna de cuarentena. Por cierto que, aunque no figura en la primera posición de esta lista, ya que, a continuación, cabe referirse a los dispositivos a instalar en exteriores, las lámparas UV con succión o descarga eléctrica son una opción indispensable. Atraen a los infames picadores con una luz especial, y los eliminan sin productos químicos. Algunas se conectan por USB y sirven incluso en caravana o camping, sin mencionar que por capacidad, ya que disponen de baterías, permanecen a salvo de todos los apagones locales y también de los universales. Y, como elementos complementarios, se tendrá presente todo lo relacionado en materia de reposición: las existencias de cirios con citronela, pulseras repelentes con aceites naturales cultivados en la Estación Espacial Internacional, parches adhesivos y películas magnéticas— a disposición del público en todas las plataformas audiovisuales— y la clásica mosquitera confeccionada con redes de pescador para ejemplares diminutos, en entornos dónde es imposible aislarse o se tiene voluntad de permanecer sin barreras físicas, deben estar siempre al día. Por supuesto, algunos se decantarán por las soluciones alternativas: terapias mentales (“no existe el dolor”), guías psíquicas (“todo se domina con la mente”), magia, brujería e incluso intervención alienígena (“Ellos están cerca, protegiéndonos, porque han venido a fomentar la armonía entre los seres vivos”). Ninguna de estas vías ha sido verificada ni cuenta con el respaldo reglamentario que otorgan las comunidades de vecinos. Por lo tanto, se sabe que hoy ha hecho calor. Como ayer. Como mañana. Y los mosquitos lo saben. Saben que iremos a la playa, que nos pondremos junto al que esté solo—porque algo sabrá para haber elegido esa parcela—y que regresaremos a casa, saturados de humanidad y calor, sin fuerzas para defendernos como es debido. Por todo ello, necesitamos protección. Por eso hay que aumentar el presupuesto. Es un gasto al alza que no se puede discutir. Europa y la OTAN y Trump, tienen razón. Todo sea por la paz cutánea y la preservación de estos cuerpos lozanos que tenemos… y que no quieren enfermar. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT.
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