LOINPARCON
Buenas noches nocturnas… La definición de “conjetura”, al margen de consideraciones filológicas y matemáticas, es: “Juicio que se forma de algo por indicios u observaciones”. En el diccionario de la Real Academia, además, figuran un surtido importante de sinónimos: suposición, hipótesis, presuposición, supuesto, presunción, figuración, cábala, especulación, sospecha, presentimiento, corazonada, augurio, profecía y cálculo. Pues bien. Una conjetura plausible, toda vez que el paseante observa una botella, aparentemente de vino, vacía, colocada en el límite asfáltico de una vía de servicio por la que se puede transitar, aun dentro de un parque por el que es impropia la circulación rodada, es la de jarana nocturna. El paseante camina a horas más tempranas que tardías y, con probable sesgo, determina que, durante la noche, dos o más sujetos estuvieron en ese sitio, o pasaron por allí, como parte de un itinerario sometido a las leyes de la desestabilización etílica en pos de la expansión y el regocijo vociferante. Por supuesto, se pueden hacer otras hipótesis. Por ejemplo, cabe inclinarse por una desavenencia sentimental: dos protagonistas acudiendo al caldo correspondiente para encontrar razón o consuelo, o un amante despechado a punto de concluir que, si no se solucionan las cosas mediante el trago frecuente, se pueden olvidar, así pase un breve período, por incomparecencia. En estos casos, perder "el oremus", procura algún alivio. Como fuere, la botella aludida podría pertenecer al universo de elementos posibles a los que cupiera remitirse como *Localizaciones Inesperadas Para el Armado de Conjeturas*, LOINPARCON. Se trata de productos de cualquier tipo, elegidos para su reparto, situándolos en enclaves a los que no pertenecen. Por ejemplo, un paraguas abierto, abandonado en una plaza, entre dos bancos, cuando se estima una temperatura de las de cobertura encarnada en los mapas del tiempo que salen en la tele y, por lo tanto, sin transeúntes, salvo ese o esa que han decidido tentar a la suerte del melanoma o de la deshidratación. No es el lugar, ni la hora, ni debiera haber observadores. Sin embargo, se pueden elaborar muchas teorías, explicar procedimientos, exponer intereses, dictaminar probabilidades. Porque se trata de esto. Una de las cosas que aquejan al ciudadano contemporáneo es la insuficiencia de argumentos para la conversación. Es cierto que, tan comunicados como estamos en la actualidad, parece aventurado sostener que faltan temas de los que hablar. Mas eso es infundado. De hecho, la actualidad es casi siempre arrastre de sota, caballo y rey. Otro trago del mismo licor. Y como las ciudades se parecen en casi todo, hartos también de contemplar las obras municipales y aguardar a la fiesta que se celebre entre unos y otros festejos, conviene un hallazgo inusual. La brigada de especialistas anónimos dedicados a la “siembra” de objetos LOINPARCON procura, tras un estudio concienzudo de los residentes y de los visitantes de cada ciudad, materiales aparecidos por generación espontánea. En cambio, a la vista, gracias a la calidad de los supuestos tenidos en cuenta, solo se asemejan a la presencia de lo chocante. Tanto es así que, por razones todavía ocultas —como bien se puede comprender—, alguien va a encontrarse, en breve, con una linterna aún encendida —con buenas pilas— en el hueco de una pared o en la base de una estatua. Se extrañará. Igual se acerca a su tesoro y lo examina. Pensará qué ha podido ocurrir, sopesará la posibilidad de que se trate de una baliza, del componente de una trama lúdica callejera, del olvido de un técnico de mantenimiento que operó por la noche, o, por el lugar que alumbre, por el sitio en el que incida el foco, una instalación artística con mensaje. También podría ser que la linterna cayera de una mochila y acabara en tan insospechado hueco. Porque estas cosas ocurren. Están ocurriendo. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona ChatGPT.
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