MILITANTES DE SOFÁ
Buenas noches nocturnas. La pereza no produce náuseas, aunque carece de prestigio. Desde algunos observatorios, es imposible localizarla en el lado luminoso de la vida. Sin embargo, hay filósofos y políticos —estos últimos relacionados con formaciones e ideologías anarquistas— que se sirven de ese concepto a fin de pensar en las circunstancias y el orden de las sociedades para proponer otras cosas. Llego ahí, a esta reflexión, tras escuchar un episodio de la serie “Pausa”, pódcast al frente del cual está la periodista Marta García Ayer. La trabajadora a cuyas proposiciones laborales se puede acceder si se escucha Onda Cero —“Más de Uno”, con Carlos Alsina— o si se lee “El Confidencial”, cuenta para hablar de “… la belleza de vivir sin hacer nada”, con Juan Evaristo Valls Boix, profesor de Filosofía de la Cultura en la Universidad Complutense de Madrid y autor de “Metafísica de la Pereza”. Pues bien. A riesgo de haberme equivocado en la escucha, todo lo que se dice y desde dónde se dice, sobre todo, parece excesivamente contradictorio. El resumen que se podría hacer es: dedíquese a no hacer nada, el capitalismo quiere que usted se exprima y el secreto de la felicidad, por tanto, está más cerca de la inacción. Hecha esta sugerencia por dos capitalistas —como lo somos todos en Occidente, guste o no guste—, personas responsables que cumplen con sus obligaciones laborales y que, eso sí, tienen derecho a examinar la realidad y manifestarse en contra, algo va mal. Ahora bien: ¿qué hacen estas personas por la pereza? Digo algo tan a favor como originario de ejemplaridad. No parece que mucho. ¿Esperan a que otros se unan para poder ser así perezosos? ¿Esperan a que alguien les salve? ¿Esperan que otros trabajen para que, fruto de esa dedicación, obtengan ellos la financiación necesaria para darse a la pereza indefinidamente? ¿Quién tiene derecho a la pereza? Esta pregunta es una de las más pertinentes, a no ser que se piense que Dios, como hizo con el pueblo elegido de la Biblia, vaya a facilitarnos el maná. A mí no me parecieron creíbles los postulados porque proceden de “militantes” —insisto: obligados o no— de una forma de sociedad que parecen repudiar. Digo que hay personas, por ejemplo, que, al estar contra el consumismo, se abstienen de hacer otras compras que las estrictamente necesarias. Bueno, existe una intención que se lleva a la práctica. No encuentro estas referencias en el caso de los dichos, hasta donde yo sé. La doctrina, esta doctrina, como ropa que se tiene depositada en el ropero, parece tema de avergonzados. Por otra parte, la pereza, la auténtica pereza, solo es posible entre mantenidos. La pereza puede ser divertida, hermosa, agradable, triunfal, claro. Pero conforme se acumulan los adjetivos, disminuye el grado de pereza. Ocurre, creo yo, que lo que se estima como pereza, pereza, solo es aprecio por el desistimiento y el capricho. Es murria de quien preferiría hacer otra cosa. Y esto, que no me parece mal, debería llamarse por su nombre. No otra cosa pido. Los ideales son legítimos, y los idealistas. Intentan lograr una determinada plenitud, justa tarea que no parece consecución asimilable al anhelo de no hacer nada. La pereza, en su justa medida, es admisible, interesante, y, paradójicamente, productiva. O sea que no estaré yo entre los que se sumen a las voces de autoridad —de la autoridad que sea— caracterizadas por el rechazo frontal a la pereza, antesala de una persecución y combate emprendido para aniquilar al disidente. No estaré en esa trinchera. Digo que para ser perezoso sin mácula, o se es insultantemente rico, o mediante la picaresca o mediante el arbitrio limítrofe con la delincuencia, se observan las circunstancias que hayan de concurrir. Y, por supuesto, un perezoso nunca es solidario. No puede serlo. La solidaridad exige intenciones y actos, de eso no cabe duda. A partir de aquí, si uno se decide por la pereza, por la pereza sin salvedades, está labrando su suerte y el tiempo dirá lo que tenga que decir. Ya está. Y, como servidor ya ha dicho lo suyo, toma prestada del dramaturgo, poeta y periodista español, Manuel Bretón de los Herreros, esta lírica, para finalizar: “¡Qué dulce es una cama regalada! / ¡Qué necio el que madruga con la aurora, / aunque las musas digan que enamora / oír cantar a un ave la alborada! / ¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada / reposar una hora, y otra hora! / Comer, holgar…, ¡qué vida encantadora / sin ser de nadie, y sin pensar en nada! / ¡Salve, oh Pereza! En tu macizo templo / ya, tendido a la larga, me acomodo. / De tus graves alumnos el ejemplo / me arrastra bostezando; y de tal modo / tu estúpida modorra a entrarme empieza, / que no acabo el soneto… de per…”... Me destoso.
https://www.elconfidencial.com/espana/2025-06-26/pausa-gran-lebowski-sylvia-plath_4158450/
https://www.archiletras.com/poemassentidos/a-la-pereza-de-breton-de-los-herreros/
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona ChatGPT.
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