¡QUÉ GOL!


Buenas noches nocturnas... Todo comenzó durante uno de esos recorridos de los vencedores. Las gentes se agolpaban en las calles—doscientas mil personas en un municipio que no debía llegar a las doscientas cincuenta mil empadronadas, según informaciones de los organismos encargados—para festejar el ascenso de categoría del club de fútbol de la localidad. Por supuesto, se entonaban canciones y se gritaba sin reservas… Una fiesta suele parecerse mucho a la berrea, el periodo de celo del ciervo rojo, cuando estos herbívoros braman llamando a las hembras. Y lo que se lleva a cabo, en un supuesto delirante de regocijo, como el que acaba de aludirse, ocurre en igualdad de condiciones: vocean ellas como rugen ellos. Pero, al caso. Producto de toda esa euforia, catalizados los colores de los agasajados, su potencia y la pujanza del cortejo, surgió el rayo de las energías insospechadas. Uno que aparece como se origina la fábula: en la mente calenturienta de un observador sin identificar, gracias al cual se difunde la materia hasta ahora expuesta. Incluso los más convencidos, si se propaga la idea de una conexión con las fuerzas identitarias ancestrales, no dejarán de decir: *"Cuando un pueblo celebra con suficiente fervor, algo extraordinario sucede. La energía de la euforia puede conceder dones insospechados a quien esté en el lugar y momento precisos."* Eso explica una concatenación de prodigios, en apariencia domésticos, urdidos por fuerzas a las que la ciencia no presta atención y que, sin embargo, porque convienen a este relato, prosperan. En fin, la electricidad, el ruido. Habitualmente, esto, que sucede mucho, como el rayo en la tormenta y finaliza con disipación, se pierde, si no se producen desafortunados impactos. Pero alguien, forofo entre los forofos y, sin embargo, amante de la lectura, en el paroxismo del momento, voceó una frase del gran Jorge Valdano: *“El fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes.”* Estaba feliz, absolutamente. Alegre, como todos, y dispuesto, sin tener conciencia de ello, a ser el receptor de una fuerza eléctrica capaz de haberlo matado en otras circunstancias. Porque eso es lo que vino a continuación. El rayo de las energías insospechadas, al ser invocado el exfutbolista del Real Madrid, lo atravesó de parte a parte, sin que, en esos momentos, tuviera noción de lo ocurrido. Días después, al leer unas páginas de un libro de cuentos de Roberto, “el Negro”, Fontanarrosa, se dio cuenta de que se había convertido en el vivo retrato, como suele decirse, del escritor argentino. Y, unas fechas más tarde, le pasaba idéntica cosa cada vez que leía algo de cualquier autor—hombres o mujeres—o a voluntad, cuando estimaba conveniente. Una verdadera sorpresa. Algo desconcertante, hasta el punto de paralizarlo durante varias horas. No sabía qué hacer: ¿ir a un médico? ¿Rebuscar entre lumbreras apostadas en las redes sociales? ¿Cómo rentabilizar estos poderes? Nada parecía digno de satisfacción. Y, al encontrar no otra cosa que indecisiones en su mente, tomó por la calle del medio: *“Si no encuentras la puerta de salida, quédate hasta que te abran y disfruta.”* O sea, a la hora de improvisar, con la primera carta. La ocurrencia consistió en acudir a las ferias de literatura. Como podía adoptar la apariencia de cualquier escritor contemporáneo, suplantaba a estas personalidades en convocatorias afines, firmaba sus libros y, en el preciso instante en que los lectores creían recibir una dedicatoria auténtica, estampaba palabras que pertenecían a un enemigo literario declarado. Un día, en Buenos Aires, como **Patricia Highsmith**, dedicó *El talento de Mr. Ripley* con una frase de **Paul Auster**: *"La casualidad es la ley profunda de la vida."* Otro día, en Madrid, mimetizado como **Fernando Aramburu**, firmó *Patria* con un pensamiento de **Santiago Posteguillo**: *"Nadie es inmortal, salvo en la memoria de quienes nos leen."* Y en París, haciéndose pasar por **Michel Houellebecq**, estampó una línea de **Emmanuel Carrère** en un ejemplar de *Sumisión*: *"La realidad es lo que sigue existiendo cuando dejas de creer en ella."* Los lectores, en un principio, no se daban cuenta, pero, al cabo, esta extraña peripecia fue transmitiéndose y cundió el pánico. Había que encontrar al impostor o a la impostora. Estaba demostrado que, de acuerdo con unas facultades para el disfraz inverosímiles, participó en eventos asumiendo identidades masculinas y femeninas. Los periodistas hacían reportajes, los internautas debatían acerca de posibilidades consecuentes con todo lo alternativo, la policía estuvo a punto de reír y de llorar en cada acto. Los gobiernos estaban a otras cosas. Los lectores confundidos intentaban comprender el mensaje detrás de cada firma. Los autores, furiosos, alzaban la voz contra lo que consideraban un insulto literario. En poco tiempo, quienquiera que fuese se convirtió en la sombra que acechaba en cada feria, en un fantasma que burlaba el orden establecido. Pero, como sucede en los cuentos, esto tenía que terminar. Como nuestro protagonista había desestimado buscar un uso razonable de esas habilidades obtenidas por detalles de la vida que nunca se le comunicarían, como intervenía más y más, un día, transformado en **Antonio Muñoz Molina**, se dispuso a firmar *El invierno en Lisboa*, con una frase de **Juan Gabriel Vásquez**. Entonces ocurrió. El papel comenzó a calentarse bajo la presión de la pluma. Un temblor recorrió sus dedos, pero él insistió. La tinta avanzaba, la frase tomaba forma... y, súbitamente, las primeras chispas surgieron del libro. Los bordes ennegrecidos se torcieron y, en cuestión de segundos, una llama se alzó en la portada. Por primera vez en su historia, el impostor empezó a perder la compostura. A su alrededor, los lectores se alejaban, los gritos de asombro se mezclaban con el crepitar del fuego. Intentó cerrar el libro para contener la combustión, pero nada iba a detener ese clamor del averno. Lo comprendió entonces: había agotado su poder. Había sobrepasado los límites— porque siempre los hay— y la fuerza del balompié que lo encumbrara un día, abandonaba toda idea de socorro. Lo comprendió y no tuvo reparos en escapar a grandes zancadas. Tendría tiempo de reflexionar. De recordar a todos los que engañó. De reconocer, con orgullo, que había sabido manipularles hasta el punto de que, ahora, dudaran de la vida misma. Por otra parte, al día siguiente, los periódicos dividieron sus titulares: algunos afirmaban que todo había sido una estrategia de marketing, un espectáculo cuidadosamente planeado para generar controversia sobre el valor de la autoría literaria, y otros facilitaron informaciones a desgana. De esta manera acabó también su reino, su dominio sobre los acontecimientos literarios del mundo: pero, qué gol. Me destoso.


La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona ChatGPT.






Selección gráfica del día...

TOMÁS SERRANO en El Español 3 de junio de 2025



EL ROTO en El País 3 de junio de 2025



IDÍGORAS y PACHI en El Mundo 3 de junio de 2025




Selección de contenidos...

Primera:

CHACARERAS PA' BAILAR (LA OTUMPEÑA / LA CHICHARRA CANTORA / DE MIS PAGOS)

En el Canal Melina Salvay

https://www.youtube.com/watch?v=6CGcvKHqTTY



Segunda:

ATAHUALPA YUPANQUI Milonga: "Guitarra, dímelo tú" y la importancia del Arte para sanar

En el Canal Paola Hermosín

https://youtu.be/pLISI_y8tb0?si=M_bNzrVpE_tOUbgJ



Tercera:

Chacareras Santiagueñas - Franco Teves

En el Canal Franco Teves

https://youtu.be/hENSXGHQKG0?si=juXfSD9Xd-5c4eJ2






















Comments

Popular posts from this blog