HABLAR EN INGLÉS Y PARECER ATAREADOS
Buenas noches nocturnas… El periodista Héctor García Barnés comenta, en *El Confidencial*, aspectos del libro escrito por su colega Beatriz Serrano. Con el respaldo de la editorial *Temas de Hoy*, en *El Descontento* se cuenta la historia de “Marisa… una publicitaria que ha aprendido desde su juventud a jugar a las oficinitas, como ella misma dice. Sabe cómo evitarse demasiados marrones, caer bien a los compañeros, disfrutar de alguna subida de sueldo ocasional y pasarse la tarde viendo vídeos de castores en YouTube. Acude cada día a trabajar para tener dinero con el que pagarse el piso, alguna cosa bonita y ahorrarse el aire acondicionado en su apartamento del centro de Madrid”. Pero, en vez de promover una información de carácter literario, Barnés sugiere otra cosa. Plantea el decálogo de habilidades que concierne a los aspirantes a protagonizar una vida como la de la heroína de la obra de Serrano, de acuerdo con lo recogido en esa misma publicación. Por mi parte, tras leer la pieza, me parece que las estrategias descritas podrían figurar entre el arsenal de recursos de cualquiera a la hora de enfrentarse con el mundo. Por ejemplo, el lenguaje. Hay que valerse del inglés. Del idioma inglés. Que se sepa que puedes decir lo que dices en inglés, en español, pero, aun así, lo digas en inglés. Imprescindible y sin dificultades. Al fin y al cabo, muchas veces hablamos en inglés sin saberlo. Yo, aunque intento abstenerme de estropear la comunicación fastidiando lo que diga al recurrir a voces mal dichas en otra habla, estoy dispuesto a quemar las naves y prodigarme en tan infortunado proceder. Todo sea por el éxito... Por ejemplo, la condescendencia. La condescendencia originada en la voluntad tramposa de los candidatos. Consiste en transmitir una idea de trabajo urgente, de innumerables asuntos que resolver y, a pesar de ello, actuar con deferencia si se solicita atención. Muy práctico cuando aparece alguien que considera a los demás partícipes de sus obligaciones. De esta manera se elude el escollo social de la negativa, y el demandante entiende que mucho hará, quien haya sido designado como objetivo de sus necesidades, con conocer el argumento mientras se ocupa de la inacabable tarea a la que está haciendo frente. Este supuesto es ideal. Siempre. Me apunto... Por ejemplo, Serrano ofrece a García: “Todo tiene que parecer muchísimo más importante de lo que es”. Si los candidatos se conducen con premura, sea lo que sea que estén haciendo, quienes están en las cercanías entenderán que merecen respeto porque se dedican a pormenores de máxima importancia. O sea, a “pormayores”. Y eso confiere categoría. ¿Voy a negarme? No lo creo... Por ejemplo, los chascarrillos, las confidencias, el cotilleo. Disponer de ese material es poder. Capacidad de negociación. Que se sepa que estás al tanto. Que lo sabes. Otra oportunidad para el galardón. Me apunto, aunque no sea practicante... Por ejemplo, demostrar interés. En casi todos los acontecimientos que jalonan la vida de las personas comunes, nada sucede de una manera tal que pueda entusiasmarnos. Pero si le damos la espalda a todo, obramos con el riesgo de desabastecernos. No. Muy mal. Que crean que eso que nos acaban de contar es valioso. Que somos de los de ellos. Y, si hay que pasar por esto, se pasa... Por ejemplo, hay que comparecer y estirar la patita, bien enharinada, para que se sepa que somos de la familia de las cabritillas, aunque, en realidad, seamos el lobo. Debemos parecernos a los que, por gusto o por obligación, nos admiten en su entorno: así no sospecharán... Por ejemplo, ¿deshumanizar al prójimo? Esto ya me cuesta mucho más. Sin embargo, es inevitable cuando, de existir una tarea, alguien de entre quienes la realizan con nosotros, a causa de una dolencia, tiene que ausentarse. Empezamos preguntando por su salud y concluimos queriendo saber cuándo va a reincorporarse a la cadena de presos. Mal, pero… Por ejemplo, pongamos un compromiso familiar. Uno de esos engorrosos. Cualquiera. Los candidatos deben estar dispuestos a ralentizar su presencia activa en todo lo concerniente a esa indeseable reunión, a fin de consumir el tiempo. Que pasen los minutos, que pasen las horas, que parezca que sí, y solo lo parezca... Por ejemplo, las frases hechas. Hay que conocerlas todas y saber cuándo es el momento oportuno para expresarlas. Una frase hecha confiere autoridad, prestigio. Una frase hecha, viste como el mejor sastre. Y, por último, porque la vida es puro teatro —frase hecha—, por ejemplo, asumir que cada uno tenemos nuestro papel y nos irá mejor, dentro de esta representación del mundo, si sabemos evitar pronunciamientos confusos. También puedo pasar por este aro. Como decía, no solo para las oficinas: para todo y para todos. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona GROK.
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