CON LA CARA LAVADA NO BASTA
Buenas noches nocturnas… Dinero. Hace falta dinero. Para lucir un aspecto natural, bonito y saludable. Hace falta dinero. Unas condiciones físicas óptimas y cierta agudeza, sí. Pero, sin dinero: nada que rascar. La cara que uno observa ante el espejo es la realidad objetiva y patrimonial de lo que se es. Nos pongamos como nos pongamos.
Comparecer ante nuestros iguales y ante los desconocidos, listos para la autofoto, para el ingreso en redes sociales camino del estrellato, es una cuestión que puede resolver cada cual en su propio domicilio o mediante los servicios profesionales pertinentes. Esto segundo cuesta más. No nos interesa, por tanto, a no ser que las finanzas incomprensibles a las que estamos acostumbrados —las propias— hayan dado un cambio a mejor al que solemos denominar pelotazo.
Debemos optar por la artesanía. Digo, quienes se acojan a esta precariedad. Entonces, para comprobar que esta máxima se ajusta a lo que toca, venga un inciso confidencial, de orden contrario, a cargo de Olga Selma, quien publica en *65yMás*:
“Todos soñamos con una piel bonita y radiante, pero con la cantidad de información sobre el cuidado facial que nos llega, no siempre es fácil descubrir la rutina que mejor nos funciona. Afortunadamente, no hay necesidad de desembolsar mucho dinero para lograr una piel sana y bonita. Seguir, en el día a día, una higiene y cuidados básicos nos reportará muchas satisfacciones y lograremos empezar el día con buena cara”.
O sea, nos dolerá poco, pero habrá daños en el bolsillo, en la billetera, en la cuenta corriente. Los habrá. Lo que ocurre cuando uno compra el pan, el arroz, las lechugas, etcétera. También hay daños. Hay gasto.
En este sentido, lo que cabe dilucidar es si la lindeza es una necesidad o un lujo. Pero veamos, porque a continuación hay cinco consejos —o trucos— para lo que decía: que nos vean guapos. Que nos vean relucientes gracias a una dieta sana y un sueño de calidad.
Claro, muy bien. Dieta. Cabe ir a un especialista, a un médico reputado, a cualquiera de los de la seguridad social. Con esas listas de espera y, en muchos casos, ese montón de vaguedades. Contrariedad solo eludible en el caso de acudir a la medicina privada y a sus servicios cuantiosamente remunerados. Ya lo decía: dinero.
Se puede proponer lo mismo en lo que respecta a la calidad del sueño y a cómo se consigue. No obstante, hay más: limpieza mañana y noche. Es decir, disciplina y gasto. Porque lo de la limpieza, sobre todo la facial, superará la rutinaria idea de enjabonarse y humedecerse. Hay que acudir a los centros de cosmética y pasar por caja. Dinero.
Dinero para el tercer punto: hidratarse como si no hubiera un mañana, profundamente. ¿Cómo? Con productos creados a estos efectos. Más dinero.
Y vamos por el cuarto. El cuarto que es: efecto flash. Examinemos el asunto. Escribe Olga Selma:
“El efecto flash son fórmulas que minimizan los efectos nocivos que la falta de sueño tiene sobre nuestra piel. Hablamos de ampollas, sérums y mascarillas que borran arrugas, disimulan poros y nos ponen buena cara de forma inmediata. Son ideales para cuando tenemos un evento especial o cuando hemos pasado una mala noche. Elige las que más se adapten a tus necesidades y aplícalas como el último paso de tu tratamiento, por la mañana”.
Es decir, más dinero. La cuenta, cuando estamos llegando al quinto truquito, está tan inflamada como la panza de un adorador de la cerveza.
¿Y cuál es este último consejo? Un maquillaje favorecedor. O sea, no un maquillaje cualquiera. ¿Y cómo saber si las pinturas de guerra que vamos a emplear resultan idóneas para ese cráneo visto desde la parte contraria a la nuca? ¡No hay que preocuparse! Hay personas que sí lo saben. Y cobran por sus servicios.
No sé si más o menos con los materiales con los que queremos engañar al prójimo. Porque de esto se trata, ¿no? De hacernos parecer, de convenir con el resto a la par que representamos nuestro personaje en el gran teatro del mundo. No otra cosa. Así me explico el funcionamiento de todo este tinglado
Sin embargo, no me parece mal. Las cosas son así. Lo que debería considerarse, a pesar de todo, es que este tipo de procesos, al no ser gratuitos, afectan de manera desigual a las economías de las personas. Haría falta que los informadores facilitaran otros datos. Por ejemplo, cuál es el coste exacto de las proposiciones dichas y, de acuerdo a esa suma, qué rangos socioeconómicos pueden permitirse la felicidad expresada en los detalles del rostro de sus muy afortunadas identidades.
¿Será por dinero?
Me destoso.
https://www.65ymas.com/consejos/5-trucos-tener-buena-cara_21605_102.html
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona ChatGPT
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