¡SOLOGAMIA!
Buenas noches nocturnas... Y dicen: “La sologamia, o casarse con uno mismo, es más que una tendencia cinematográfica. Está relacionado con la autodeterminación, con priorizar la propia felicidad y realizar un acto simbólico que a muchos puede parecerles extraño, pero que en realidad tiene un matiz revolucionario”. Entre otros, lo sostiene Tania Carballo, en El Español. Lo expone con detalle y explica los fundamentos psicológicos, socio ideológicos y políticos del asunto. En otras palabras, han encontrado un término para comercializar la soltería. Hubo un tiempo en el que las personas eran calificadas así, siempre que su estado social careciera de vínculos matrimoniales. Ahora, todos aquellos que viven sin estar asociados por ninguna forma de unión sentimental alternativa o complementaria al matrimonio, son solteros. Aunque, los comprometidos, que están solteros, son solo una parte de dicha comunidad. Entonces, como, divide y vencerás, como, en la diversificación hay un caudal sorprendente de nuevos negocios, ya está la cosa armada. A partir de estas trivialidades - porque bien puedo permitirme el lujo de tratar lo evidente como debe ser tratado - algunos harán carrera; otros mucho dinero y otros verán como reciben el respaldo de los medios de comunicación y de una legión de luchadores, porque dirán, la causa de quienes se tienen a sí mismos en tan alta estima, es la causa de los que luchan día a día por cumplir sus sueños. Los sueños originados, seguramente, en el consumo de sustancias psicotrópicas. El grupo al que me refiero, se sirve de estos argumentos o de cualesquiera otros. Para ellos, lo importante es la contienda. Una vez en harina, todos al horno. Claro que, hablando de batallas, peor es la cursilería. Ejemplo, la alcaldesa de Valencia. En esta ciudad levantina hay una festividad llamada Batalla de Flores que acaba de producirse. Pues bien, a este respecto, la autoridad conservadora ha manifestado, en declaraciones a una televisión, que “somos la ciudad que sabe mejor librar las batallas porque lo hacemos con flores”. Por lo visto, las personas que acuden se disparan claveles. Pacíficos claveles. Luego pisoteados claveles. No sé de qué calidad serán los claveles. Tal vez sean de una variedad decadente o a punto de echarse a perder, como los tomates de los que se valen para sus guerras en Buñol. Pero, bueno, los cursis también tienen derecho a deambular por las calles e interpretar para el mundo su canción. Los cursis están, a veces, casados, solteros, o en trámites para abandonar esas oportunas condiciones. Así que, contentos de ellos mismos, pueden contraer matrimonio, sea lo que sea eso, ya, a estas alturas. Pueden casarse, amarse, respetarse y guardarse fidelidad hasta que la muerte los separe. Lo que desconozco es si, una vez casados consigo mismos, pueden hacerlo con otros o mantener eso que se denominan relaciones abiertas. Curiosamente, una modalidad social reservada solo a los abiertos de mente. Parece que si actúas conforme a este dictado, automáticamente ingresas en la cofradía de los santos progresistas... o sea: que está muy bien, que cada uno haga, sin perjudicar a terceros, lo que le dé la gana, pero sin celofán ni lacitos, por favor. En fin. Lunes. Otro día más. Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona COPILOT
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