CON CUIDADO
Buenas noches nocturnas… En la imagen que observé, un adulto, varón, vestido con ropas occidentales contemporáneas, aparentemente de clase media, muy sonriente, sostiene a una niña en el aire tras haberla alzado. La niña responde al gesto de felicidad del hombre con idéntica sintonía. Pertenece esta escena, de un padre y una hija, de un tío y una sobrina, de un actor y una actriz, caso este muy probable y que no invalida los anteriores supuestos, a la composición de un cartel publicitario. Una firma de odontología, dentistas que, por sugerencia de los publicitarios responsables de la pieza, dicen, “Cuidamos lo que nos une”. En el caso de unos profesionales dedicados a la salud dental, deben estar dando a entender que se trata de los colmillos, las muelas, las encías, los maxilares, en fin, la boca, lo que nos mantiene en contacto. Y puede que no les falte razón: mediante la boca articulamos palabras que permiten conversaciones y este proceder hablado propicia besos que suceden también sin necesidad de argumentos anteriores. Así que los dentistas están preocupados por el amor, al amor nos exhortan, y nos dirán como conviene que nos comportemos a fin de mantener unas relaciones filiales y románticas edificantes. Buena gente, sin duda. Ellos sí que saben. Esto tiene un precio, claro, pero, y qué no. Otra cosa será si estamos dispuestos a satisfacer los honorarios que se nos soliciten. Asunto peliagudo, por cierto, ya que, de rechazar los servicios que se nos han de proporcionar, incurriremos en la desordenada conducta de quienes tienen una escasa estima por las obligaciones sociales y corremos el riesgo de entrar en la marginalidad. De esta manera, aun en el caso de disponer de una dentadura magnífica, es urgente que acudamos a los servicios comerciales que se ocupen de adecentar nuestras fauces para asegurar la imprescindible higiene sentimental, una vez estamos de acuerdo en considerar que eso es lo que nos une… porque, es eso, ¿no? Bueno, como ustedes callan, responde servidor. A ver. Por supuesto, hay una variedad de actividades y acontecimientos que unen a los seres humanos. Ustedes saben cuáles, como protagonistas de las mismas. No hará falta el detalle, porque las evidencias están ahí. Como parece admisible pensar que la llamada a “cuidar de lo que nos une”, es un considerando originado en la bondad. Lo que se percibe es el bien. La gente representada en el cartel demuestra felicidad y la dicha es patrimonio de los que viven satisfechos. Estamos de acuerdo. Pero también viven satisfechos, por ejemplo, los delincuentes, cuando las cosas, como a Aníbal Smith- el patrón del Equipo A- les salen bien. Y ellos, los que deambulan al otro lado de la ley, también están unidos: el crimen mismo, sin ir más lejos, ofrece oportunidades de unidad indiscutibles. Por lo tanto, cuando los dentistas dicen que “cuidan de lo que nos une”, renuncian a todo tipo de preferencias. También se preocupan por los agentes del mal. Ellos, la canalla, también padecen de caries, halitosis, úlceras, gingivitis, piorrea, maloclusión, candidiasis… están fatal, como usted o como yo. O, bueno, como otros: mejorémonos que no tenemos abuela. Mejorémonos y concluyamos en la paradoja: la publicidad es ficción y, como ficción, verdad relativa, condicional, parte interesada y origen de la teatralidad con la que se presentan unos hechos, desde luego, incompletos. Nos cuidarán y, al hacerlo, obrarán el milagro de sentar en su mobiliario de trabajo, igual a justos que a pecadores: ¿hay mejor iglesia? Me destoso.
La imagen se obtuvo mediante los servicios que proporciona IDEOGRAM
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