LA GUERRA DE LAS PALABRAS
Buenas noches nocturnas... Son posibles los viajes en el tiempo. He participado en una expedición que se ha desplazado al futuro y he regresado con los demás, sin percances dignos de mención... salvo que, dentro de un plazo razonable, se manifiesten efectos secundarios hasta ahora desconocidos. Y es tan cierta esta declaración, como que la hago, redacto lo que ahora leen, nada más producirse la vuelta a las 18 horas del día 31 de diciembre de 2024. Sé todo lo que pasará a partir de esta noche. Y lo sé, cual acabo de informar, porque he estado viviendo los acontecimientos que han sucedido a partir del primer segundo del año 2025, durante cinco meses. Puedo decirles también, que los extraterrestres existen y que, tal como supuso Stephen Hawking, se trata de una civilización hostil. Mediante tecnología desarrollada al amparo de descubrimientos hasta ahora fuera del alcance de la humanidad, se presentaron en las cercanías del planeta sin que fueran detectados por nuestros rudimentarios sistemas de alerta. Y lo primero que hicieron -sé que resumo mucho, pero esta comunicación es un aviso urgente- fue interrumpir las comunicaciones, interfiriendo en ellas y provocando la desorganización absoluta, el caos. A este respecto, introdujeron en todos los sistemas informáticos una palabra, un término terrestre, que desbarató las redes. Esa palabra, de origen japonés, es «tsundoku». Tsundoku significa: «adquirir libros y dejarlos sin leer, acumulándolos en montones». Esta forma de proceder contaminó la lógica de las autopistas informáticas, pues, como se comprende con facilidad, todas las tareas, una vez iniciadas, llegaban a suspenderse y a postergarse sin visos de una pronta reanudación. Esto supuso un revés inicial tremendo. Todo el planeta estaba en manos de criaturas que ni habían sido llamadas, se dijo, ni, con tales modales, eran bienvenidas. Por desgracia, alguna «invitación» sí que hubo. De hecho, desde hace años se rastrean señales, se envían mensajes y se circula por la galaxia sin disimulo al que recurrir. Por suerte, aunque nos tenían encerrados y nuestras armas no podían ser utilizadas a causa de lo ya dicho, tampoco podían ellos apoderarse ejecutivamente de las existencias sobre la superficie. De modo que los ingenieros se pusieron a trabajar con un objetivo inmediato: antes que erradicar la infección, lograr un contraveneno. Era necesario algo que neutralizara tsundoku. Al fin, encontraron otra palabra. Concretamente, «ultracrepidario»: alguien que opina sobre temas de los que no tiene conocimiento. Nada menos. Tsundoku, al ser interpelado de esta manera, comprendió que no sabía lo que estaba haciendo y, al no reconocerse, actuó contra sí mismo. Como ocurre cuando el ser humano padece una enfermedad autoinmune: las defensas atacan al organismo porque no observan en él la evidencia de ser de la misma parte. Esto fue lo que salvó a la humanidad. Nos combatieron con las palabras y mediante las palabras pasamos a la contraofensiva. Todo lo demás vino rodado y pertenece, en cuanto al relato, a la dinámica de esas películas que tanto nos entusiasman y enseguida se nos olvidan, salvo por algunos hechos icónicos. Así que, ya lo saben. Difundan esto y estén tranquilos. Toda la angustia desaparecerá. Podremos viajar en el tiempo y conocer las adversidades y sus posibles soluciones. Eso sí: sepan que no se puede retroceder en el tiempo, como nosotros hicimos para regresar, a una época anterior a aquella de la que se parte. Al menos, con lo que sabemos, no es posible. Dentro de algunos años, o siglos, ¿quién sabe? Me destoso.
La imagen se obtuvo gracias a los servicios que proporcionaron Microsoft Designer, BeFunki y PIxelcut.
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